Buscar este blog

jueves, 18 de marzo de 2010

HERNANI REVISITADO

Quizá sea demasiado tarde para recuperar la sociedad civil en Euskadi. Todos estos años de inmersión social nacionalista en todas y cada una de las redes que tejen la sociedad vasca y la desaparición de las instituciones sociales de España y Francia ya han dejado una conformación social inevitable.

Nuestros ciudadanos son antiespañoles y antifranceses antes que nacionalistas vascos. No se puede reducir esta afirmación a los jóvenes, educados o conducidos a una concepción del mundo y de la vida en que los vascos han sido el pueblo elegido por los estados vecinos para ejercer su poder de supresión de su identidad natural vasca sino que las instituciones culturales, deportivas, crediticias, las administraciones, las políticas... han sumergido continuamente a toda la ciudadanía en la visión ontológica del nacionalismo vasco. Los ciudadanos vascos no nacionalistas abandonados de sus referentes se han visto reducidos a pequeños focos nutridos del nacionalismo español, a guerrilleros jacobinos dispersos, a resignados y asustados incubadores de depresiones.

Los intereses de los políticos de ambos estados hace tiempo que entregaron esta parte de la sociedad europea a los nacionalistas vascos buenos –por contraste con los malos, esos terroristas que se encargan de la limpieza identitaria donde no llegan los buenos por otros medios-, que han jugado sus bazas para obtener esta sociedad vasca actual a su imagen y semejanza. Las voces que advertían de lo que estaba pasando no eran oídas por aquellos políticos estatales y la omnipotencia nacionalista hacía el resto de una manera o de la otra.

Esto no lo arregla Patxi López, esto no lo arregla Basagoiti, Borotra, Grenet ... los fenómenos mediáticos sin calado, sin estrategia, sin apoyo no pueden sembrar en un terreno que está ya ocupado por una vegetación única y abonado con veneno para esa simiente. La actuación conjunta de la sociedad europea, encarnada en Francia y en España, con el largo tiempo necesario, sin urgencias histéricas por los atentados y las demandas electorales de los nacionalistas, es la única esperanza para que vuelva a surgir una sociedad civil vasca de la que todos nos podamos reclamar ciudadanos seamos franceses, españoles, nacionalistas o no.