Creo
que lo he contado muchas veces en público: con dieciseis años yo quería
estudiar periodismo, me gustaba la prensa escrita, la radio y la
televisión “desde dentro” y creía que yo tenía cualidades para
ser periodista, unos test de orientación profesional que se nos
hicieron en el colegio me lo confirmaron, pero mi madre me dijo que
no, su argumentario fue sencillo “El periodismo es una profesión
de puteros y de borrachos” y ella quería que yo fuese abogado. Mi
segunda opción era estudiar económicas para trabajar en la empresa
industrial guipuzcoana. Así que, después de unas duras
negociaciones, acabé estudiando ciencias empresariales a la vez que
derecho, pero los azares de la vida universitaria hicieron que cinco
años más tarde me encontrase con un título de licenciado en
derecho tan solo, como quería mi madre.
Luego,
he tenido la oportunidad de colaborar regularmente con algunos medios
escritos y de dirigir durante un tiempo una revista, últimamente
internet me permite esta válvula de escape en un par de blogs donde
publico escritos de ficción a partir de la no-ficción que encuentro
por ahí.
El
caso del pornógrafo donostiarra, amigo de los poderosos locales, del
que tuve conocimiento hace un par de años, cuando ya llevaba tres
años de instrucción, por un comentario en internet, me ha recordado
mucho aquellas aspiraciones juveniles.
Sin
ninguna ambición periodística, movido por mi propia conciencia y
por mi experiencia como víctima de un delincuente y de la justicia
hace poco, quise saber un poco más del asunto en cuestión, solo
tuve que darme una vuelta por mis archivos personales para confirmar
que la versión de las víctimas era cierta, que el fotógrafo
denunciado solo o en compañía de otros había tenido relaciones
sexuales con varias aspirantes a modelo en situaciones que antes
hubiéramos calificados de estupro. Con interrogar a una de mis
fuentes habituales sobre lo que pasa en el Palacio de Justicia de
Atocha pude comprobar que el asunto judicial pintaba mal para las
víctimas y que iban a ser víctimas terribles del aparato de la
justicia y que el denunciado y otros compañeros de su manada podían
salir impunes. Sin ningún esfuerzo, unas preguntas a profesionales
del derecho, comprobé las relaciones del referido acusado directas e
indirectas con funcionarias de la burocracia procesal. Con ello
empecé a crear pequeñas píldoras en mis blogs sin ninguna
esperanza de que causaran efecto alguno de forma inmediata pero
sabiendo que iban a acabar cabreando a alguien del poder judicial o
del poder político o del poder financiero o del poder periodístico…
y efectivamente, así ha sido.
Sin
embargo, me sigue haciendo mucho daño el clamoroso silencioso de la
prensa “seria”, en todas sus versiones escritas y audiovisuales.
Hace tiempo que no existe prensa de verdad en toda España, los
medios de comunicación que pesan en la opinión pública son solo
medios de difusión de lo que les manda “el patrón”, no dan
noticias, dan publicidad, hace más de cien años alguien lo dijo:
“Cualquier cosa que un patrón quiera ver publicada es publicidad;
cualquier cosa que no quiera ver en el periódico es noticia”.
Sois
unos mierdas señores periodistas de título colgado en la pared, me
dais pena con vuestros contratos en precario, con vuestros mínimos
salarios del miedo, sobrevivientes angustiados entre el deseo de
servir la verdad a la sociedad y la frustración de tener que tragar
carros y carretas de estiércol para no engrosar las filas del paro.
Vuestro
silencio clamoroso sobre este asunto de pornografía y poder retrata
perfectamente el estado de lo que fue una gloriosa profesión de
puteros y borrachos, hoy una profesión de quienes venden su pluma a
precios de regalo a quien quiera pagar por ello.
Y lo
siento en el alma.
Lo comparto
ResponderEliminarOlé y olé tus atributos semánticos.
ResponderEliminar