Hace algo
más de un año tuve que ir temprano por motivos profesionales –intentar cobrar
un crédito-, a una empresa en un polígono industrial. Un pueblo abandonado en
un viejo western tenía más vida aparente que aquella zona urbanizada en una
provincia cercana a la nuestra.
Me pareció oír unos niños en la nave colindante
de aquella en la que entraba. Efectivamente, unos escolares salieron de la
industria, bien aseaditos, y en unión de quien indudablemente era su abuelo se
montaron en un coche amortizado que fue bueno hace unos años. Mi
acompañante, el joven gerente de una compañía que se dirigía irremediablemente –en
mi opinión que fue desoída-, al concurso de acreedores, ante mi expresión de
perplejidad, me dijo, más o menos, lo siguiente:
-Es el antiguo
empresario. Vive con su mujer, su hijo y toda su familia en las oficinas… padre
e hijo han perdido sus pisos del centro y, aunque la entidad se ha quedado
también con el local, les permite vivir en él, total no vale nada ahora. Pero
no son los únicos, hay otras familias de empresarios que también viven por
aquí.
El
joven gerente, con su mujer y su hijo, vive ahora con sus suegros, ya que
también ha sacrificado su vivienda en un vano intento de salvar su proyecto. La ejecución de la
hipoteca que garantizaba pasivos financieros de su negocio le ha obligado a una
transmisión a la baja de la misma para evitar mayores males, según mis
noticias.
Todos
los días conocemos historias de empresarios de todas las edades que han puesto
sus viviendas como garantías de la financiación bancaria de sus empresas y que
ya no tienen ni empresa ni vivienda. Es cierto que muchos de ellos ganaron buen
dinero en tiempos pasados que les permitió hacerse con tales residencias y es
más cierto que el sistema bancario español ganó mucho dinero –los mayores
costes financieros medios de Europa-, vampirizando aquellos negocios pero también
parece que es cierto que se está formando un grupo social, que no llega aún a
clase, de quienes han quemado sus viviendas en la última agonía, que no querían
asumir, de sus empresas.
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