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lunes, 8 de mayo de 2017

LA MARSELLESA Y ESPAÑA

Oír las multitudes cantar “La Marsellesa” espontáneamente es tan frecuente en Francia que no nos llama la atención, hoy la oigo a los seguidores de Macron que celebran los resultados de las elecciones presidenciales pero se oye en los partidos de rugby d ela selección nacional, se oye en manifestaciones de repulsa de ataques terroristas, se oye en concentraciones políticas de la derecha, en manifestaciones de `protesta de la izquierda, se oye, se oye… ¿Y en España?
España no tiene himno nacional, arrancado por el pueblo en una revolución, España tiene hoy una especie de democracia otorgada –es lo que fue la “ejemplar transición”, el otorgamiento que hizo el poder de una instituciones aceptables en el entorno europeo antes de que pasase algo que no iba a pasar-, y nunca se hizo a sí misma como Estado-Nación.
España como tal no existe, es un espejismo, es un cuerpo incómodo formado por trozos vivos de tendencias tan centrífugas como centrípetas, España no tiene españoles, no tiene ciudadanos que se arranquen a cantar que están en marcha para defenderla.
Hoy me siento terriblemente incómodo en Francia, con el mismo dolor de España que tantos tuvieron inútilmente en el pasado. No es el dolor por la corrupción nuclear, por la inmoralidad como mínimo común múltiplo de estas Españas, es el dolor de la persona, de quien sabe que nunca se construirá la sociedad española, de quien ha perdido la esperanza de que España un día exista y que sus ciudadanos se identifiquen con un himno, con un símbolo –no hablemos de la bandera tricolor omnipresente en Francia-, con algo que no sea tipismo, sol y playa.

Menudo lunes perpetuo que los españoles tenemos con España donde quiera que España nos haya puesto.  

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