Una forma de discriminación que se centra en la lengua y en los acentos es la que se conoce con el nombre de glotofobia – no confundir con glosofobia, miedo a hablar en público -.
El nacionalismo español ha puesto últimamente en primer plano, desde el castellano, su glotofobia a las otras lenguas españolas e, incluso, a los acentos con los que se habla el castellano fuera del privilegiado centro urbano de Madrid.
Glotofobia de la lengua vascuence hubo en la ideología de los golpistas del 18 de julio de 1936 y en el régimen totalitario que impusieron a sangre y fuego en España después. Los que nacimos ya en los años 40 del siglo XX conocimos formas atenuadas de ello, la Academia de la Lengua Vasca resucitó en 1948 y los curas y frailes predicaban la formación del espíritu nacional católico en euskera desde bastante antes, sin embargo, lo de quitarse el acento de “cashero” era una exigencia escolar y familiar, las madres velaban porque sus hijos no parecieran tan “jebos” como sus abuelos.
Personalmente en mi cerebro hay un caos lingüístico de lenguas maternas, en mi familia se hablaba mucho en francés y desde niño he soñado y recuperado el conocimiento después de anestesias y conmociones hablando en francés, idioma en el que tengo un acento español indeleble en la actualidad.
He leído en prensa que “... a pesar de que los estudiantes dedican a la lengua el doble de horas que a otras materias y más tiempo que el resto de comunidades y de muchos países europeos. Aún así, casi uno de cada cuatro estudiantes llega a los 15 años con un nivel bajo en lengua. Significa que esos alumnos «no son suficientemente competentes como para integrarse en la vida social y laboral con las mismas posibilidades que el resto de personas de su edad», según define la OCDE en la evaluación internacional PISA” Según el Departamento de Educación del Gobierno Vasco en el informe 'Diagnóstico del sistema educativo vasco'.
Mi experiencia de enseñante en la Universidad y en el rugby me hacía ser más pesimista que el Departamento Educativo, yo creía que los resultados eran peores. Con todo, son malos resultados. Pero la causa de estos resultados se encuentra en la sociedad vasca, no solo en las aulas de la educación vasca.
Entre un 17 y un 24% de los niños vascos tienen el euskera como lengua materna (Datos oficiales que juzgo optimistas desde mis vivencias) y, sin embargo, el mensaje social que todos reciben, el 100%, es que el euskera es la lengua de los vascos, este mensaje se remacha en la educación en euskera, de modo que se provoca en la mayoría, de un 76 a un 83%, de los niños el problema irresoluble de que la lengua que han mamado desde su concepción les ha enajenado de la lengua que les identifica como vascos, su madre les ha privado de una parte de su ser social. Y todos los mensajes que va a recibir, incluso de su enajenadora propia madre, en su infancia, desde los “marrazki bizidunak”, los payasos, los juegos en el barrio, las actividades lúdicas hasta su libreta de ahorro, todos los mensajes se derivan de la idea de que el euskera es el corazón del pueblo vasco, aunque no lo hable ni dios por lo demás.
Esquizofrenia adquirida y que provoca la múltiple reacción de defensa del evolucionado cerebro del ser humano. Cada niño es un mundo, habrá quienes odien el castellano – sin que sea necesario que se les inculque este odio por lobos militantes del odio al castellano disfrazados de ovejas andereño -, habrá quienes odien el euskera – lo mismo de innecesariamente en cuanto al lobo hispánico disfrazado de liberador campeador burgalés -, habrá quienes odien las dos lenguas o las tres, si añadimos el inglés como suprema “lengua del imperio”, habrá quienes pasen por las asignaturas como bajo el inevitable sirimiri, habrá, estoy seguro, quienes acaben amando las lenguas - pero éstos no jugarán en el equipo de fútbol de la escuela-, y demás casos innumerables. Pero el resultado final es que estamos donde estamos y estamos mal.
Hay soluciones, soluciones que se pueden construir desde la realidad, no confundiendo el sueño ideológico de una Euskadi inexistente con la Euskadi que nos ha tocado, realidad mezclada con amor, amor por el euskera y amor por el castellano -es posible amar dos lenguas y hasta tres o más -, pero eso es imposible, lo hemos hecho imposible entre todos, no sólo los nacionalistas vascos irredentos, no sólo los nacionalistas españoles iluminados. Los próximos resultados serán peores, las glotofobias conscientes e inconscientes nos han pillado sin vacunarnos, palabra de jacobino.
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