Nunc est bibendum (now is the time to drink), 1898 poster of the Michelin. (Photo credit: Wikipedia) |
Sr. Director:
Donostia ha acogido el show mediático del reparto de estrellas de la guía roja Michelin sin que nadie se haya puesto rojo de vergüenza. La literatura de los menús, el decorado de las casas de comida, el servicio profesional, el impacto visual de los platos y la ausencia de comida una vez más han sido premiados en este evento del marketing culinario que cada vez tiene menos que ver con los gustos del público general. Se pretende atraer al sofisticado turista goloso que pasa por los estrellados famosos coleccionando souvenirs en su Visa Oro para envidia de cortesanos y vocales de consejo de administración.
Casualmente, apenas un día antes del mencionado acto en nuestra ciudad, tuve yo el extraño privilegio de acudir a Larrabezu al caserío-hangar y restaurante de uno de los nuevos venidos al escalafón de los indiscutibles protagonistas de nuestra cultura del sabor. Pude degustar un poco de duro bloque congelado de hígado de ave acompañado de tostadicas de pan de herboristería , vislumbrar unas finas rodajas de tentáculo de pulpo sobre un mínimo bodegón de hierbas, un par de quisquillas quizá flotando en una copita Martini de crema de calabaza, algo de crudo pescado (lubina) comparable en textura al panga de un comedor escolar, una ridícula expresión de carne y los postres que sirvieron para disimular un poco la enorme sensación de estafa del desfile de platillos con tanto bombo anterior, en el que la proteína la puso un centollo tejedor de redes que cayó desde el techo a nuestra mesa. Como el vino no lo pueden manipular en sus fogones simplemente nos lo aliñaron con una espuma de euros que dejó su precio a tarifa de ronda de despedida de solteros. En realidad yo fui invitado, pero me gustaría saber el disgusto de quien pago (más de cien comensales).
En este pequeño país nos conocemos todos. Entre los que han alcanzado el reconocimiento de la inevitable guía los hay buenos, pero la relación calidad precio es una gran mentira en parte y en prácticamente todos la relación cantidad precio no existe... Más vale que vuelvan a la realidad y que regresen al marketing de cuidar al cliente, al cliente que les frecuenta y que acompaña al visitante muchas veces porque al final la verdad se impone.
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