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sábado, 12 de diciembre de 2015

DEMODÉ

Los lameculos del poder dicen que hablar de clase obrera, lucha de clases,oligarquía financiera, revolución… está pasado de moda, que es un lenguaje viejo y que no se entiende. Es triste pero tienen razón, no se nos entiende,los viejos profesores hemos devenido una especie de ruido marxista allí al fondo de la sala que interfiere el lenguaje economicista, al que más vale no prestar atención si se quiere ser práctico.
POUM
POUM (Photo credit: Wikipedia)
Y mientras las diferencias sociales se agrandan, la perdida lucha de clases ha sido ganada en todos los frentes por la oligarquía financiera que ha impuesto la amnesia a los obreros, que no se identifican con la clase obrera, y menos, a la hora de votar. Los obreros mayoritariamente han asumido que votar socialista en Europa es tan malo o peor que votar cualquier derecha, que voten a quien voten, incluso cuando como en Grecia voten más a la izquierda que el socialismo, al final todos los elegidos hacen la política que quiere la oligarquía financiera, a la que se le llama mentirosamente Bruselas o UE, confundiendo al perro con su amo.
Puestos a votar, habiendo abandonado la revolución, los obreros están optando y pueden hacerlo aún más, por votar a la extrema derecha, a la que la oligarquía financiera tampoco acepta en el reparto del poder, quizá porque son lo mismo pero sin modales, con otro lenguaje pasado de moda y porque pueden cargarse este sistema tan cómodo de votaciones cada cuatro años para perpetuar el sistema,el juego de las sillas como rito político que se consume por los obreros como la única democracia posible. Otros obreros, sin embargo, se apuntan al djihadismo y sus variantes ante la falta de herramientas útiles para cambiar el orden social y a la vez son así útiles para conservar el sistema que les hizo nacer en esos barrios urbanos, verdaderas fábricas de djihadistas.
El lenguaje viejo y pasado de moda nos lleva de visita al tanatorio donde reposa el cadáver de la esperanza de que la clase obrera, de las clases populares si se prefiere. Y, con cierta ironía, uno desea que los proletarios de Europa, no solo voten el domingo en que toca sino que no dejen al día siguiente de marcar de cerca a los electos, que no dejen la calle, que no dejen su derecho de lograr que se cumplan las promesas, frente a la estafa de la invencible UE.



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