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miércoles, 28 de octubre de 2020

LA MONTAÑA QUE NOS LLAMA

No sé cuándo salí al monte por primera vez, aunque supongo que sería a Igueldo o a Ulía y en coche con mi abuelo paterno que era quien nos subía hasta donde aparcaba, él se quedaba oyendo la radio y sus nietos subíamos hasta la punta de Mendizorrotz, donde había una placa a un muerto en el “Glorioso alzamiento nacional” creo, o bajábamos hasta las fortificaciones defensivas debajo del tiro al plato de Ulía. Luego vinieron las excursiones con el colegio de los jesuitas al mismo Ulía o a Jaizkibel, al principio, después los campamentos escolares en la Selva de Oza y en el Valle de Belagua que me descubrieron los Pirineos, en medio las primeras excursiones con la cuadrilla de adolescentes a cumbres guipuzcoanas y a cuevas navarras… nunca me llevaron mis padres ni mis hermanos mayores, no estaba en el adn familiar, mi abuelo nos llevaba al monte o al río Bidasoa por una suerte de deber con la abuela o una especie de coartada para poder salir de casa, no parecía feliz por la presencia de los niños, al menos, de mi presencia.

La familia materna de mi novia, y luego esposa, era de Villanúa, donde conservaba una casa, así que a los 22 años me topé de nuevo con los Pirineos y los Pirineos tomaron mi alma, su naturaleza me hizo sentirme pequeño, me puso en la dimensión del hombre frente a la tierra, marchar, ascender, trepar, sudar, sufrir, volver, descansar, recuperar… y, sobre todo, pensar. La montaña es una invitación al pensamiento, a darte cuenta de tu cuerpo, de tus fuerzas y debilidades frente a la subida, frente al peligro, frente a una fuerza que con un rayo, un desprendimiento, un mal golpe, una víbora – es lo que más temo -, un resbalón… puede apagar para siempre la luz. La montaña es vida y es muerte y porque es muerte es vida.


La montaña que nos llama en estos tiempos de peste, cuando un virus ha saltado de la naturaleza al hombre para ponerle en su dimensión, en su verdadera dimensión y el hombre no se quiere enterar. La montaña que nos acogerá de nuevo cuando nos lo merezcamos.


1 comentario:

  1. Y efectivamente, nuestros hijos empezaron a ir a la montaña desde antes de empezar a caminar, nuestros hijos.

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