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jueves, 17 de febrero de 2022

TIENES MEJOR CARA

Hay veces que una frase suena falsa desde la primera palabra y Galtzagorri fue consciente en cuanto lo dijo:

- Tienes mejor cara.

En realidad, debería haber dicho “La mejor cara te tiene a ti” o algo así, porque era la cara la que sostenía el alma de ella, al contrario que en el tópico, su cara no era el reflejo del alma, su cara era el impulso del alma. El escaso maquillaje pero bueno, puesto con ese gusto que siempre le había conocido, los labios pintados sin parecer que estaban pintados, las gotas de perfume que se alzaban involuntariamente de su ropa… todo estaba hecho para tener mejor cara y permitirle vivir un día más de actividad, aquella actividad eléctrica de trabajadora autónoma que no se puede permitir un momento de debilidad.

Laura Osinalde le puso el café con leche y la “chocolatine”, así llamaba al bollo preñado de chocolate que Galtzagorri tomaba cada mañana en su establecimiento. No había más clientes en la barra a aquellas horas de la mañana, en una de las cinco mesas, una treintañera con exceso de peso hacía engullir zumo de frutas, tostadas con mantequilla y mermeladas de colores imposibles y barritas de cereales a un infante adormilado y embobado con una pequeña consola. Niño candidato inevitablemente a la obesidad, pensó el abogado, mientras la madre devoraba su propio desayuno y lo que su hijo iba abandonando.


- Laura, trabajas demasiado. Los tiempos de pandemia han sido difíciles, ya, pero todos tenemos un límite y tú estás al borde de pasar esa frontera.

- ¿Me vas a echar los tejos como de costumbre u hoy te toca el día paternal increíble? Tengo que pagar la renta a los caseros, la luz a los oligopolios, el préstamo a la kutxa sanguijuela, los bollos han subido lo que quieras, los clientes se han acostumbrado a trabajar en zapatillas en la mesa de la cocina y las marujas que dejaban a los niños en el cole y luego se pasaban la mañana aquí se han extinguido con el cambio climático… abro 15 horas al día, yo sola, este negocio porque no puedo abrir 24 horas como los vietnamitas, que algunos céntimos más sacaría seguro.

- Laura, Laura, solo tenemos una vida y no podemos pasarla ya en el infierno o paras y ordenas tu vida o la vida te parará a ti por sorpresa.

- ¿Y de puta? ¿Tú crees que de puta no se es más esclava? Esto es el paraíso, señor letrado, esto es el paraíso en comparación con aquello. Enseguida vuelvo, voy al baño.

Y Laura, después de recoger el pago de la oronda vecina, se refugió en la intimidad de la última puerta al fondo a la izquierda.

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