Aski es
el pintor de Biarritz. Toros con cuello de talonadores y pilieres con nuca de
morlacos, bateles de colores imposibles al sol, marineros que corren a la
taberna, tabernas en las que esperar que escampe la lluvia mientras se habla de
rugby y de toros… Aski pinta paisajes que desde Iparralde miran a la España que
Euskadi trasluce o exalta más de lo que queremos creer. Aski moja sus pinceles
en el vino que vende Laurent para retratar parroquianos incombustibles de
hígados de acero y parroquianas de traseros como de mihura en sanfermines. Cada
cuadro de Aski es una portada de un veraneo con música de vasca coral
polifónica en la explanada del Casino o de banda callejeando fandangos y pasodobles con
brillantes metales hasta que venga la galerna como excusa para acodarse en el
mostrador y pedir otra ronda…
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