Hay there, what a lovely day. (Photo credit: PABaileyYork Photos) |
Entre
el Partido del extremo trinque eterno y el Partido que volverá a trincar en
cuanto tenga ocasión, los ciudadanos españoles se van a refugiar en el Partido
de la Abstención, como gran parte de los ciudadanos europeos. Lo que va a dejar
el resultado electoral en manos de los militantes militantes, de los que
siempre van a votar y pocos más que pasen por las urnas.
Yo he
votado por correo como tengo por costumbre desde tiempo inmemorial. Normalmente
tengo el voto decidido y desconecto de la campaña electoral lo que puedo,
aunque a veces siga algunas cosas por
morbosa curiosidad humana. Esta vez tenía decidido a qué dos partidos no votar
desde mucho antes pero nada firme en sentido positivo.
Hay más
candidaturas que nunca, las papeletas que me llegaron pesan bastante, así que
fui eliminando opciones hasta que me quedaron tres o cuatro y eché al azar cuál
de ellas introducir en el sobre pero me salió la que menos me gustaba, así que
metí otra, la de “Podemos” ya que dentro de los votos inútiles me pareció la
menos inútil por su simbolismo de imagen frente a las izquierdas tradicionales,
nada más, sin mayor análisis ideológico –hace 31 años que me borré de la
política activa y una tentación estúpida en la que caí esporádicamente me
vacunó definitivamente, espero-.
Lo que
más les jode a estos trileros de la política que nos han emborrachado con su
mal vino en el pasado es que se vote a otros, así que hay que elegir desde el
Partido de las Mascotas al Partido de Xena y sus guerreras hay un verdadero
catálogo de personajes que pueden representarnos en esa Eurovisión cacofónica y
ambulante que se elige este fin de semana tan bien como los de siempre y seguro
que son menos mediocres.
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