English: Shellfish paella. Español: Paella de marisco. (Photo credit: Wikipedia) |
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Yo he comparado muchas veces a la empresa en
concurso de acreedores con un langostino. Antes los trabajadores con el juego
de los privilegios de los créditos laborales y la vieja ley de suspensión de pagos,
se comían el cuerpo del langostino para crear una cooperativa o una sociedad
anónima laboral y dejaban a los acreedores las cáscaras y la cabeza negra de disulfito sódico…
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Pero se modificó la ley en España y se puso a la
hora europea –Hiruntchiverry se ha servido una ración que desborda su plato-,
haciendo más determinante la figura del Administrador que designa el Tribunal
de Comercio.
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En España lo designa el Juez de la Mercantil –Galtzagorri
picotea los tropiezos sin llegar a servirse mientras sonríe a su vez hacia la
madura belleza de la camarera-, y así se ha logrado que ahora solo sea el
Administrador Concursal quien se coma lo aprovechable del langostino, mientras
que todos los demás se tienen que conformar con las cáscaras. El Administrador
solo tiene un objetivo claro: cobrar él. Y ese objetivo lo persigue por todos
los medios.
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¿Y qué hace el Juez?
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El Juez cumple con su deber: prevarica. El Juez
a final de mes cobra lo mismo, pase lo que pase con el concurso, así que como
con concursados y acreedores no toma el aperitivo, ni le invitan a congresos y
conferencias con gastos pagados, pues calla, mira para otro lado y firma lo que
le ponen. Los jueces no se venden, los jueces se regalan.
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En el país del otro lado de la muga, acaban en
la cárcel de vez en cuando Administradores Concursales y Tribunales de Comercio
enteros por esas cosas, que también suceden –Hiruntchiverry solicita la tercera
botella del mismo vino, hace calor en la terraza a pesar del aire marino-, pero
tengo la impresión que deberían ir muchos más a prisión.
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Quiero creer que, en este lado del Bidasoa, los
jueces no son conscientes de los crímenes que cometen con sus resoluciones y
que hay administradores concursales con un mínimo de ética –Galtzagorri está
acabando con el arroz que ha ido quedando en la paella-, pero me resulta muy
difícil creerlo, aunque supongo que gente honrada hay en todas partes.
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Es lo que tiene la ficción que pocas veces
supera a la realidad. No sé por qué he dicho esto ¿Cómo se dice bien?
Hiruntchiverry que empieza a dar signos de
cierta ebriedad tiene la sensación de que Galtzagorri se evapora y desaparece
detrás de las contundentes curvas de la camarera.
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