El show del sábado que viene en Baiona me recuerda por un
lado el cuadro de Las Lanzas de Velazquez –posiblemente porque se ha querido
evitar tanto la imagen de rendición que la realidad impone que es la que va a
quedar-, y por otro lado me trae a la memoria a los “Palmeros” del
indescriptible Peret, aquellos sujetos, supongo que también catalanes, que al
fondo del escenario jaleaban incansables al catalán en su epiléptico número,
claro que esta vez lo que abundan son los “palmiers” –es lo que tiene Iparralde
que en el tema vasco siempre prevalece la “Liberté, Frivolité, et Fraternité”
sobre todo otro principio republicano-.
Con lo fácil que es llamar al cuartelillo de la gendarmería
y decir que recojan los paquetes en la “dechetterie” de la esquina, como
siempre ha querido toda la sociedad civil vasca, se ha optado por el camino
ridículo de inventarse una sociedad civil que huele a azufre y goma-2, sumar a
los que siempre se suman a los actos convocados por el reducido mundillo etarroide
no sea que les pongan una cruz en la lista negra –sigue existiendo “la lista”
con afectos y desafectos-, y añadir a los más tontos “palmiers” que confunden, desde
que los bautizaron con pastis, el folklore con el totalitarismo.
Sin embargo, es positivo, la banda entregará lo que quiere
entregar –algo es algo-, quizá seguirá sin entregar información para esclarecer
asesinatos y desapariciones pero no podrá cortar las filtraciones al respecto y
tarde, demasiado tarde, se habrá cerrado otra guerra carlista con la derrota una
vez más de los apostólicos del más vasco de los cerrilismos pero…
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