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lunes, 17 de julio de 2017

A DIOS Y AL DIABLO

Galtzgorri habla mientras conduce. Los paisajes secos del verano, y el sol que busca dejarlos sin el último matiz de verde que aun resiste en las orillas de los ríos, contrastan con el aire acondicionado del coche. Adormilado atiendo a su monólogo.
- Desde mi rincón ateo más que agnóstico -dice-, desierto de todos los dioses que los hombres hemos inventado e inventaremos para explicar el absurdo de nuestra existencia consciente, pero con las raíces judeocristianas de mi formación familiar y jesuita, observo con admiración a esos creyentes que ponen su vela a dios y al diablo en perfecta balanza, al dios del capitalismo y al diablo del capitalismo que deben ser lo mismo, enriquecidos “robando” a los pobres que es la única forma que el mercado da para el enriquecimiento ya que “robar” a los ricos es lo más difícil, además de ilegal y fuertemente penado, que puede hacerse en este único mundo… dedican, después de su vida de éxito en la visión que han creado de lo que es el éxito, un porcentaje de su inmensa fortuna a compensar mediante “admirables” buenas obras las bajas que han causado en la gente, en los soldados que, como siempre han hecho los generales victoriosos y no, mandaron a morir en sus guerras para lucrarse. Después de tratarlos como herramientas desechables, útiles de bajo coste, para sus sucios negocios maquillados con los espejismos que las relaciones públicas y el marketing crean, riegan las pirámides de cadáveres con obras de fundaciones, dedican voluntariamente fondos a la lucha contra el cáncer o a la educación universal de futuros consumidores de las mercancías que sus sucesores venderán al precio que fijen. Se reirán del poeta que cantaba al poderoso Don Dinero pero ellos también compran pedazos de cielo dejando caer migajas de su mesa a los perros humanos, mejor dicho remitiendo migajas a las lejanas tierras de donde vienen las masas que, más tarde que temprano, pueden obligar a las masas más cercanas a saltar también las cercas de las urbanizaciones de lujo y de las oficinas donde se deciden las nuevas formas de tortura social de cada temporada de recortes sobre solo una
parte de las sociedades occidentales. Ilustres ciudadanos que tienen la llave del poder, la llave financiera que es la única que existe, y que no hacen nada para solucionar los problemas de los barrios más peligrosos del Estado porque podrían poner en peligro el poder delegado de sus empleados en las jefaturas de los estados, en las presidencias de los gobiernos, en los despachos europeos de las decrépitas instituciones que nos han colocado… Admiro la ingenuidad que muestran enfadados cuando hay quien rechaza sus regalos o cuando se les agrede a pesar de sus esfuerzos para obtener el reconocimiento entre las víctimas de su trayectoria profesional anterior. Admiro el cinismo que mueve su total falta de ética para compartir mesa y mantel con los inmorales que generaciones de corrupción han hecho florecer en el segundo país más montañoso de Europa, el primero es Suiza, por cierto, o con los burócratas del que quieren creer hijo de un dios mayor en la tierra. Pero es lo que hay y me temo que habrá durante mucho tiempo…


- Ten cuidado con el radar al final de la cuesta -le advierto al despertarme-.

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