Ha muerto el último
del comando islamista de los ataques de Barcelona y Cambrils y no
sabemos cuándo y dónde se producirá la siguiente acción análoga
en alguna población de occidente, solo sabemos que se va a producir.
Ante un problema tan
complejo y con tantas facetas, las medidas policiales parecen
cuidados homeopáticos ante una enfermedad grave y con innumerables
metástasis.
Ningún estado de la
Unión Europea va a cambiar sus políticas interiores respecto de las
segundas y terceras generaciones de inmigrantes de las ex-colonias
que se aburren en el paro subvencionado de los guetos suburbiales,
mucho menos van a cambiar sus políticas exteriores respecto de los
jeques financiadores de la guerra santa coránica ni respecto de los
conflictos permanentes en aquellas colonias o en el oriente próximo,
así que inevitablemente se volverán a producir acciones terroristas
en nuestras calles cuando se presente una oportunidad y donde los
autores futuros la aprovechen.
No se va a fomentar
el laicismo en la sociedad, no se van a defender los valores
republicanos -en España menos-, y no se van a realizar verdaderas
políticas de justicia social en contra de las leyes implacables del
capitalismo, se ha optado por la policía y por el desparrame del
dinero ciegamente sobre las bolsas de población marginada por los
mercados, así que guardaremos, los sobrevivientes por lo menos los
guardarán, minutos de silencio una vez más.
No se va a dejar
caer ninguno de los regímenes corruptos de teócratas que son unos
clientes formidables, unos proveedores esenciales y unos socios
principales del club de financieros que manda de verdad en la
política cristiano-occidental y, la siguiente vez, se derramarán
unas lagrimitas de pesar en el bar del “country club” por los
muertos desharrapados y los sacrificados peones de las fuerzas del
orden establecido tan lejos del “country club”.
No hablemos de esa
locura de Israel, sostenida por la complejidad supersticiosa de los
lazos de intereses de las oligarquías, con su licencia para imponer
a sangre y fuego todos los delirios satánicos del hijo de puta del
dios de las escrituras en medio del avispero. Las condolencias
israelitas servirán de consuelo, como siempre, a los supervivientes
del siguiente acto de guerra que emprendan los seguidores del mismo
hijo de puta de dios que volvió a asomarse en el bodrio coránico
unos años más tarde, cuando una panda de reyezuelos asesinos salió
del desierto a conquistar medio mundo y los más listos de ellos
encargaron un texto que justificase sus crímenes, lo que siempre es
bueno.
O sea que: ¡Hasta
la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario