Durante unas
vacaciones del pasado año fui a hacer turismo a Praga. Hacía años
que quería ir pero no lo había hecho hasta ahora. Mi madre me había
hablado muy bien hace cuarenta años de aquella ciudad monumental con
una gran vida comercial, instrumentos musicales, antigüedades,
porcelanas… lógicamente la desilusión fue inmensa, en Praga están
los monumentos pero el centro está reducido a tabernas para
turistas, tiendas de recuerdos para turistas, espectáculos para
turistas y las cadenas comerciales que están en todas las capitales
del mundo. Hay que salir de la parte turística de Praga para vivir
Praga.
Es evidente que la
búsqueda de lucro inmediato con el turismo, atraído
mayoritariamente por lo que la historia y la naturaleza dio a la
ciudad, y que los taberneros y otros comerciantes buscan con lógica
capitalista produce la muerte de la ciudad, sea ésta Praga o
Barcelona o Donostia. A ello se añade que también las ciudades
turísticas tienen el fenómeno de la creación de centros
comerciales que matan el comercio local, que viven el desembarco de
las cadenas de las marcas de los grandes grupos del comercio que
repiten sus logos e imágenes corporativas en todas las ciudades del
mundo y, lógicamente, el incremento de la venta por internet que
viene a reducir cada vez más el número de reales consumidores. En
resumen, todos los centros de las ciudades turísticas se van
convirtiendo en barrios típicos, donde lo más típico -como decía
mi madre, por cierto-, son las “cuevas de ladrones”, esto es los
establecimientos dedicados a “robar” a los turistas: hostelería
de calidad dudosa a precios desmesurados, tiendas de “souvenirs”
auténticos “made in china”, espectáculos para el
entretenimiento del espectador ocasional, la adecuada prostitución
necesaria, algún cambista timador y poco más.
Las ciudades, que
sobreviven, huyen de esos centros y se van refugiando en los barrios
que los turistas no visitan salvo por error pero hay ciudades que
puede que no sobrevivan que se mueran, son las ciudades que siempre
han sido turísticas, que su propio éxito las mata, normalmente
pequeñas -me vienen inmediatamente imágenes de Lourdes, de
Santillana del Mar, de… pero es fácil señalar-.
El capitalismo está
matando una parte de la ciudad de Donostia -como ha pasado en otros
polos turísticos-, pero nuestros idiotas típicos, que disfrutan
haciendo daño con cualquier excusa, enfocan sus ataques -son
impotentes contra el capitalismo-, contra el turista que viene a
conocer Donostia y que no tiene nada que hacer en este ciclo de los
mercados. Es la ciudad, los ciudadanos donostiarras, quien puede
optar por el modelo de ciudad que quiere y tomar las medidas
políticas para ello pero el “lobby” de taberneros también forma
parte de esa ciudadanía y hasta ahora es quien la ha dirigido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario