Buscar este blog

domingo, 29 de abril de 2018

PEGAR PATADAS A UN MUERTO

El bar del hotel de Londres es posiblemente el mejor bar de hotel de Donostia. Cómodos asientos, buenas vistas, relajada música de ambiente, señoras que huelen a perfume francés… Manu Majors dormita en un rincón,  con una cerveza sin alcohol por toda consumición, mientras escucha la voz grave y monótona de Jon Galtzagorri. 
- Uno se considera, desde que era quinceañero, un hombre libre y de buenas costumbres y, cuando he meditado sobre ello, no he encontrado una explicación lógica ni en la genética ni en la formación recibida fuera de mi hogar. Recuerdo más mis lecturas en casa, el libre acceso a libros, la presencia tolerada en las conversaciones de los mayores -entonces la gente conversaba-, discusiones sobre todo y con todo tipo de argumentos, las respuestas a mis preguntas por parte de mis hermanos mayores y su apoyo a mi impertinente curiosidad sobre muchas cosas… por eso creo que mi madre como referente, mi hermana mayor, mi hermano mayor sobre todo, y sus libros, las vacaciones en Francia, el hockey sobre hierba, la montaña y la vida cultural, cosas que, entre todos, me facilitaron, y su empeño en enviarme a estudiar fuera de casa, aunque fuera a Bilbao,  son responsables de mi libertad y de mi conducta.
- Ahora que mi edad me permite decir lo que pienso sin necesidad de pensar primero lo que digo,  ahora que a veces tengo la sensación de “haber vivido”, ahora que veo hijos y nietas haciéndose su concepción del mundo y de la vida con el mismo amor por la libertad, la igualdad y la fraternidad que ha sido mi hilo conductor pero sobre todo fue el hilo conductor de su madre, que se nos fue demasiado pronto, y que se ocupó verdaderamente de su formación en esos valores y contribuyó tanto a la mía, ahora me miro en el espejo para afeitarme -me tengo que poner las gafas para hacerlo bien-, y me veo tan libre y de buenas costumbres como era aquel crío que luchaba contra el acné juvenil.

- Así que, cuando recientemente se me ha pedido mi testimonio sobre un sórdido asunto de esta ciudad de mi nacimiento, Donostia nuestra, de tradición sedicente liberal pero en todo caso traicionada, he acudido como un ciudadano libre y de buenas costumbres a prestarlo pero con un dolor en el diafragma enorme: es muy duro pegar patadas a un muerto.
- Sé que quienes le conocíamos bien, quienes, a pesar de todo, le querían -yo nunca le quise del todo-, sabemos que ni su muerte puede borrar del todo lo que hizo pero que en el fondo tenía que quedarle algo de un cierto amor a la justicia que tuvo antes de transformarse en el personaje que le acompañó hasta su muerte y que mi testimonio -¡Cuánta veces me dijo “no sé por qué te cuento esto que lo acabarás publicando”!-, es parte de su testamento, de su última voluntad, aunque me haya obligado a pegarle patadas después de muerto.
Anochece en Donostia, el tercer Johnny Walker, de ración generosa, etiqueta negra se termina a la vez que el rollo de Galtzagorri. Manu Majors se ha pasado hace un rato a la cerveza con alcohol.

2 comentarios:

  1. Bonito relato. Añoranza? O sólo por recordar?

    ResponderEliminar
  2. Todo es ficción, todo, aunque se construya con añoranza, recuerdos, emociones, sentimientos...

    ResponderEliminar