El pulpo a feira y
el albariño propician la conversación en la mesa del fondo del
figón. El abogado de toda la vida y el fiscal que estuvo por aquí
destinado se intercambian opiniones con calma, sin prisas. Algunos
acontecimientos donostiarras han propiciado quizá este encuentro de
quienes, habiéndose enfrentado en sala, han desarrollado un afecto
mutuo.
- Que los abogados
cumplen una trascendental función, es indudable. Su preeminencia
en el ámbito social no es desconocida, pero su actividad se
asocia a la transgresión de los principios éticos, como sabes
estimado togado.
- Los profundos
cambios operados en el medio económico social mundial no son
ajenos a la actividad del letrado que se desarrolla siempre en la
vida económica real. La globalización, el capitalismo
desenfrenado, la competitividad, la ampliación de mercados hacen
necesario una presencia permanente de los valores que enmarcan la
actividad jurídica y un refuerzo para que la avidez económica que
se ampara de todas las profesiones, no empañe los principios
fundamentales pero no siempre es fácil lograrlo. Además la
búsqueda de los razonamientos éticos, ha llevado al establecimiento
de una serie de principios básicos que funcionen como puntos de
orientación fundamentales, por lo que se establece el Código
deontológico de los Abogados pero que queda ahí, como referencia de
tribunales corporativos.
- Un profesional
cuyo trabajo, su solo medio de vida, es pedir justicia para los
demás, eso es un abogado. El ciudadano acude al profesional una
vez que los conflictos no pueden ser resueltos por vía
extrajudicial – viene a precisar el veterano fiscal-. Su función
peculiar permite encadenar al hombre promedio con la Administración
Institucional de la Justicia en busca de la tutela judicial
efectiva.
- Y no es el único
derecho fundamental que queda protegido gracias a la actuación del
abogado, pues esta profesión es instrumento en la garantía de toda
una serie de bienes constitucionales. El ciudadano tiene, entonces,
acceso a la jurisdicción y el derecho a obtener una decisión
fundada en derecho de parte de los tribunales, aunque los tribunales
los formen hombres, por tanto falibles pero hemos decidido confiar a
estas personas restablecer el equilibrio en los conflictos entre los
hombres con la colaboración de los abogados, los expertos en
derecho.
- En la sociedad
romana, un “advocatus” era quien hablaba en nombre de otro ante
quien le juzgaba. La ciencia jurídica y el profesional que la
desarrolla surgen paralelamente con la defensa de derechos ante los
tribunales pero ya en la antigua Roma se recogían las exigencias
éticas del Abogado y todos hemos nacido en Roma, incluso los vascos.
- ¿Hace un orujo?
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