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domingo, 26 de enero de 2014

LOS SINDICATOS NECESARIOS

Francisco Franco and Dwight D. Eisenhower in M...
Francisco Franco and Dwight D. Eisenhower in Madrid in 1959. (Photo credit: Wikipedia)

Los sindicatos de trabajadores –en realidad no hay otros-, están sufriendo una verdadera lluvia de ataques por todos los lados, incluyendo el lado de los trabajadores. Esta constatación debe llevar a una reflexión dentro del sindicalismo, de lo que nos dicen y hacen nuestros adversarios se aprende mucho más que de los amigos, sobre su esencia y su función en este inacabable capitalismo tanto en la crisis como después, cuando los dioses de las finanzas nos hagan ver el espejismo de las vacas gordas.
Sin sindicatos de clase no hubiera habido derecho laboral ni seguridad social, esto es, el estado de bienestar hubiera sido solo el de un 1% de la población tanto en España como en el resto de Europa, a semejanza de lo que pueda haber habido en el resto del mundo “occidental” y “adosado”. Han sido una herramienta que mediante conflictos y negociaciones han ido obteniendo para las clases populares esos colchones de derechos laborales y sociales que desde el S. XIX hasta ayer han caracterizado nuestras sociedades.
En España se atribuye al franquismo, hasta hace poco solo por la derecha, el establecimiento de ese sistema de protección que ahora se está desmontando. Esos modernos nostálgicos de Franco  -que no era tonto del todo, claro-, olvidan que su aparato terrorista además de una represión generalizada realizó durante sus cuatro décadas una represión selectiva de dirigentes “obreros” y para evitar, entre otras cosas, el real alzamiento popular concedió verdaderos avances sociales que la coartada de la ideología totalitaria falangista amparaba. Sobre el efecto anestésico de las instituciones franquistas en la sociedad española podríamos extendernos bastante.
Los sindicatos de trabajadores –como, por cierto, nuestras cooperativas-, parecen haber confundido  demasiadas veces  adaptarse a las circunstancias con prostituirse.  Es fácil hacerles críticas negativas con generalidades pero en ese mundo sindical hay quien conserva  las referencias, que no olvida, con independencia del origen de cada organización concreta,  que el sindicato se debe a sus miembros que siguen teniendo intereses propios contrapuestos con los de los empresarios. Por ello, la implicación de los trabajadores en la empresa requiere que empresa y sindicato o sindicato y empresa se encajen cuanto antes como dos engranajes que trabajan en una dirección común girando en sentidos inversos ¿Es este el tiempo de hacerlo?

   
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