lucky lucke (Photo credit: pepa26) |
-Quand on passe les bornes il n’y a plus de limites! –me saluda
a la salida del cine una persona a la que no frecuento mucho-. La película es
una tontería para adolescentes pero Di Caprio está muy bien ¡Tanta pasta! ¡Coca
y mujeres hasta el empacho! ¿Te acuerdas?
- Yo no estaba en vuestra manada ¿Te acuerdas?
- ¿No? Pero andabas por ahí.
- No, chaval, no. Te confundes. Yo no me enteré de mucho en
aquel tiempo, luego fui atando cabos, oyendo a unos y a otros –intento cortar,
un poco molesto y porque el tipo nunca me ha caído bien-, y no podía creerlo.
- Bueno, me da igual, es agua pasada o whisky pasado. Se me
encogía el estómago viendo a estos tíos despilfarrando la pasta que les
entraba, como hicimos nosotros en nuestros años. Se lo tenía que decir a
alguien.
- El lobo de Errotaburu –musité-.
Y se alejó solitario bajo la lluvia. Yo entré a ver un drama
familiar, teatro filmado, una escuela de excelentes interpretaciones, aunque lo
que me hubiera apetecido ver es quizá una de Lucky Lucke y los hermanos Dalton,
al fin y al cabo la vida de mi ciudad es una de dibujos animados o desanimados
pero con muchos más lobos.
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