Se ha muerto fuera de la cárcel un conocido delincuente multirreincidente
y ahora se le califica de empresario y su hagiografía, con pocos matices, se
reproduce hasta la saciedad por los medios, como es habitual con los personajes
de la picaresca económica o política española.
La especialidad del individuo era robar a los pobres para
hacerse lo más rico posible, como cualquiera de nuestros más ilustres banqueros,
pero éstos no suelen pasar por la cárcel y no suelen tener un comportamiento
similar al que varias veces tuvo el difunto. Para los ricos los pobres son
tontos que se dejan robar una y otra vez y además hay muchos mientras que los
ricos son listos, se roban pocas veces entre ellos, y hay menos. O sea que se
le dejó montar un primer globo financiero en perjuicio de la mayoría, hasta que
su negocio empezó a quitar mercado a los que tradicionalmente han chupado la
sangre de los españoles. Entonces se ordenó por los jefes de la banda que se pinchase
ese globo y lo hizo uno de “los suyos”, uno que a pesar de ser de la pomada de
la Corte tuvo el carné del Psoe y llegó a ministro de la cosa. Los demás globos
ni tocarlos. Después todos se enriquecieron un poco más con los activos del chiringuito mientras que
los pasivos se pasaron a los tontos de siempre, a los ciudadanos.
Los delincuentes suelen tener su especialidad, “su palo”, y
el sujeto volvió a hacerlo, con lo que había escondido de botines anteriores y
con la ayuda, para eso están, de los organismos de control del mercado financiero, que también participan
en todos los timos colectivos que se producen en este país, ganándose su sueldo
siempre espléndido. Y otra vez tocó los mismos mercados de tontos que estaban
destinados a comprar preferentes y activos financieros subordinados, y el
número de tontos no es infinito, así que en la “cena de padrinos” de la mafia
hispana se le sacó de nuevo bola negra.
Ha estirado la pata que tenía fuera de la prisión pero nos ha
dejado sus herederos, que no, que no son sus abundantes hijos, que son los que
van a seguir metiéndonos en el corral de los tontos.
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