Es
lamentable el estado actual de los medios españoles de referencia
tanto en papel -y lo que digo es aplicable también a radios-, como en
sus versiones en la red, al menos yo lo lamento. No es posible la
existencia de una empresa periodística independiente ya que todos
somos “yo y mis circunstancias” y estamos siempre en lucha entre
nuestro “yo” y “las circunstancias” pero hay periodistas que,
con medios económicos limitados, ejercen un periodismo libre desde
su posición ideológica y esta mera existencia es molesta para
aquellos medios que fueron la referencia y que ahora, financieramente
dependientes de los poderes fácticos de España, se dirigen a su
definitiva extinción, pero es una muerte lenta y vergonzante en que
para boquear algo de oxígeno se han convertido en panfletos,
panfletos finos como corresponde a las mejores plumas que se pueden
comprar en el mercado, que solo sirven a los que pagan sus facturas
pero que solo leemos algunos y lo que leemos nos hace llorar,
lamentar que esas cabeceras que amamos en el pasado galopen en rebaño
hacia el desfiladero.
Entre
la prensa de prestigio y el panfleto había diferencias, había una
prensa adscrita a unas ideas, que eran las circunstancias de sus
“plumillas”, y de esa comunión diariamente surgían páginas que
creaban una comunidad de lectores que comulgaba con sus titulares. Y
luego estaban los panfletos que se editaban por grupos
ideológicamente definidos y que eran lanzados como octavillas
voladeras para reforzar a los previamente conquistados y para
enfurecer a los enemigos que casualmente los recibieran. El inquieto
lo tenía claro, solo se dejaba engañar el que quería dejarse
engañar, como ahora pero aquí y ahora aquella prensa seria -y las
radios, no nos olvidemos-, se ha borrado de la batalla, ha creído
que era mejor convertirse definitivamente en panfleto caro de costes
y ha traicionado al periodismo y a su propia historia.
El
panfleto es necesario, el periodismo militante es militante antes que
periodismo, el periodista metido a publicista no engaña al mercado,
pero no se puede pretender, desde la tribuna hipotecada al servicio
del que ordena y manda, dar lecciones de prensa libre. Es lamentable
el estado actual de los medios de referencia pero nos están
preparando un futuro sin medios que lamentar.
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