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sábado, 16 de septiembre de 2017

CATALUÑA EXPLICADA A LOS CATALANES

En la terraza del bar de la plaça de la Esglesia, Mark Roses, barba pelirroja con mechas blancas y pelo blanco con mechas rojizas, exhaló una tufarrada de tabaco de pipa que formó una nube espesa desde Maldá (Lleida) hasta Castelfollit de la Roca (Girona), nos sirvió un par más de copas del vino espeso que nos había traído una sonriente muchacha con una samarreta con la estelada consiguiente y prosiguió su discurso con ese acento catalán de Leicester que tanto nos ha hecho reír siempre:

- La irracionalidad más grande es ignorar toda la emoción que hay en el proceso hacia la independencia. Inevitablemente fracasan los historiadores, los profesores de derecho constitucional, los catedráticos en derecho internacional público y todos los expertos, tanto catalanes como no, que están empeñados en explicar a los independentistas catalanes que lo que ellos denominan Catalunya tiene un derecho de autodeterminación similar al de la comunidad de propietarios de la calle Balmes n.º 13.
La historia o el derecho tienen poco que ver en el sentimiento separatista enraizado en una parte, quizá la mitad más o menos, del electorado de la Cataluña del sur de la frontera. La historia y el derecho son muy difíciles de usar objetivamente y sin prejuicios, siempre han estado al servicio de los vencedores y para vencer tiene que haber una lucha previa.
No es una ocurrencia de políticos profesionales aferrados al poder trincante esto de la independencia catalana, aunque corta, la historia del separatismo catalán es intensa y compleja y tiene los suficientes componentes de traiciones, martirios, cobardías y heroísmo como para pasar en el imaginario popular por una guerra de más de cien años, así que la lucha previa está ahí, con el suficiente grado de violencia social por ahora -los muertos no están aún pero se les espera-.
Cataluña tiene un problema, Catalunya. Es evidente la división en bandos de la sociedad catalana y no la ocultan todos esos trapos de colores, tan rojigualdos todos, que parecen proclamar la victoria en marketing de la parte independentista y esa división es un síntoma de inestabilidad, inestabilidad en el tiempo.
Los líderes del proceso creen en la independencia que pintan tanto como el Papa de Roma cree en Dios de la barba y el triangulito, pero sus seguidores militantes sienten que España no es su patria ni nunca lo ha sido y no van a aceptar una nueva sinvergonzería de los patriotas del 3%, así que quienes quieran solucionar el problema, si pueden, tienen que deshacer el nudo gordiano de darles a esos ciudadanos cabreados una victoria anticipada y hacer que los catalanes silenciosos no se sientan más derrotados, siendo catalanes y españoles también, todavía más derrotados de lo que se sienten ahora, porque además todos los catalanes tienen en común con el resto de los españoles que no les gusta España por lo general y por lo especial… así que o pierden el culo por hacer gestos que arrastren a las masas o que vayan parcelando el suelo para hacer tantas patrias como vecinos...


En la plaça de la Esglesia los rayos del sol que se acostaba no conseguían dorar la gris fachada del edificio religioso, habíamos comido fuet como si no hubiera un mañana de colesterol y bebido en proporción el vino tinto, negro como los ojos negros de aquella barcelonesa nacida en el 68, pero yo había tomado notas mentales de las divagaciones del inglés y miraba mientras las cotizaciones de la Bolsa en el smartphone.  

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