La tasas de abusos sexuales de todo tipo que nunca han llevado ni llevarán a sus autores a sentarse en el banquillo es enorme, puede ser de un 99,99% por poner una cifra y, sin embargo, en su entorno familiar y personal es posible que se sepa pero, por distintas razones, no se lleve el tema a la justicia, no se inicie el largo y tortuoso camino del proceso judicial que quizá lleve a una condena judicial, pero puede que haya o no una condena social, una condena limitada siempre, aunque me temo que la mayor parte de las veces esa condena social sea a la persona del otro lado de la balanza, de la víctima. La experiencia personal, nada científica, me inclina a pensar que la sociedad es tan injusta como el aparato de la justicia que produce, así que los delincuentes que se escapan de este sistema judicial tan imperfecto también se escapan de esa condena e incluso salen reforzados para seguir hasta el final de sus días con su gratificante, para ellos, conducta..
Sin embargo, la condena social, publicitada en los medios de difusión, de algunos hombres prestigiosos y con excelentes cualidades para su profesión, Plácido Domingo o Woody Allen son dos ejemplos recientes, está provocando reacciones y debates acalorados en todos los medios. Hay quien condena esa condena social, hay quien la juzga mínima e insuficiente y critica a la otra justicia, a la profesional, por no haber actuado para condenar también a quienes ya han sido condenados por el opinador en cuestión.
Habiendo convivido mucho tiempo con alguna persona muy considerada en su profesión, excelente persona en muchos aspectos y gran profesional en otros, pero un “weinstein de gros” respecto al sexo, me identifico a veces con esos testigos llamados a los juicios mediáticos y que parecen tontos porque no se han enterado del sufrimiento de las víctimas en el despacho de al lado del suyo. Y claro que me culpabilizo, aunque mi conducta no fue absolutamente pasiva, algo hice, no percibí el tamaño de la injusticia que se expandía a mi alrededor.
En resumen, las condenas judiciales van a seguir y probablemente, con el rol que está conquistando la mujer, van a incrementarse, las condenas sociales, nos parezcan justas o injustas, también van a seguir e incrementarse, así que, en todo caso, la impunidad va disminuir, aunque eso no tenga ningún reflejo en el número de delitos que se cometen y se cometerán porque eso depende de una conducta humana que se está extinguiendo: educación.
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