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Han pasado muchos años desde que se decidió dejar la educación en manos del
“comando andereño” y los resultados son cada vez más evidentes. Los niños que
van a ser los cuadros del reich en el porvenir de la gran Euskal Herria
independiente ya están votando. Abandonado el caduco concepto de la asignatura
de Formación del Espíritu Nacional, toda la educación que se da en nuestras
escuelas tiene ese único objetivo: la formación de los niños y niñas en el
espíritu nacional de este pueblo elegido que tantos años, desde siempre, lleva
sojuzgado por España y Francia.
No sólo en los tradicionales momentos de expresa recepción del mensaje que
les es expuesto por los entregados maestros de la causa de la patria irredenta
sino que también su ocio escolar es dirigido a una verdadera inmersión en los
valores y principios fundamentales del movimiento vasco de liberación nacional,
así sólo payasos y animadores que cuentan con el único carné válido para ello
–no hay andereño que permita a intrusos sin carné intervenir con el preciado
tesoro de la infancia-, son los encargados de divertirles mientras aprehenden
los gloriosos fundamentos de la única Esukal Herria que en el universo existe,
las excursiones y actividades lúdicas extraescolares no se conciben sin
que la actividad tenga algo que ver con la defensa de la lengua –corazón de la
nación-, o con la protesta contra una imposición de los vecinos dos Estados
colonialistas –enseñar deleitando, en resumen-, y así 24 horas al día, 7 días a
la semana, 52 semanas al año, 14 años iniciales de su vida se dedican a que
nuestros niños y niñas, vascos y vascas, se amamanten con la ideología de la
democracia verdaderamente libre -por vasca-, que es aceptada mayoritariamente en estas tierras y cada vez más, hasta que sea
ésta una sociedad absolutamente vasca por su propia y única voluntad. Y todo
esto es consecuencia de la excelente labor realizada constante y calladamente
por el comando andereño y que tantos agradecimientos merece de quienes les
confiaron este objetivo.
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