Las víctimas mortales de ETA son centenares, más de 800, pero hay divergencias entre unas fuentes y otras... pero todas y cada una de las víctimas fallecidas son importantes para los que quedaron aquí, además están los heridos, los arruinados, los huidos y los trastornados hasta cifras incontables.
La base social de ETA también cuenta víctimas mortales, cada vez les salen más, en una mezcla de víctimas en todo tiempo y lugar, de la violencia legítima del Estado, de los asesinatos y torturas de la violencia delincuente del Estado, de los terrorismos vengativos, de la propia ETA que ha apresado, torturado, asesinado o desaparecido a varios de sus militantes y a sus familiares, sobre todo los de los presos... en una especie de contradicción porque desde la perspectiva de que ha habido una guerra contra España y Francia –son los únicos que lo dicen-, los muertos propios no son víctimas de las víctimas del otro lado del conflicto sino bajas. Sólo los daños colaterales podrían ser víctimas del Estado.
En todo caso, hay que sumar y no compensar las víctimas, esto es, es ETA quien en su lucha contra la consolidación de una sociedad democrática en “hegoalde”, a partir de la extinción del franquismo, es la responsable de la acción y de las reacciones que han incrementado las víctimas y que en cierta manera las ha asimilado unas a otras desde las más antiguas hace 50 años hasta las más recientes hace apenas un año y unos meses, borrando la frontera temporal que la muerte del Dictador y la amnistía habían trazado.
El paquete de responsabilidad de ETA y los etarroides es tan pesado –cómo seguir explicando a esa madre que va a morir sin ver a su hijo fuera de las rejas-, que se lo quieren endosar a sus víctimas.
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