Mi amigo extranjero me llamó la atención sobre los anuncios de los balcones: - ¿Qué agencia de viajes es esa que tanto se anuncia Euskalpresoaketxerat?
Le tuve que explicar que en este pequeño país los ciudadanos normales tienen que pasear soportando que esos vecinos exhiban su deseo de que los penados por los más horribles delitos vuelvan a sus casas impunemente. Y las víctimas, las familias, los amigos de las víctimas también tienen que soportar esa ofensiva pretensión expuesta sin vergüenza alguna.
-Pero mientras haya carteles así, eso significa que la justicia funciona, que no los han soltado, que están cumpliendo su pena. La ciudadanía debería estar mayoritariamente contenta por ello –me dijo-.
No sabía qué decirle, me acordaba de las clases de Pereda, de Beristain, de Gimbernat… La pena constituye la privación de un bien jurídico –la libertad normalmente-, impuesta directamente por el Estado, por cuanto que él es el único titular constitucionalmente del denominado "ius puniendi".
Pensaba en que la pena revestía en la tradición jurídica una finalidad doble: de un lado castigar la conducta delictiva realizada por el penado y de otro llevar a cabo una labor preventiva con respecto a la futura comisión de otros actos delictivos. Pero la Constitución Española, art. 25.2, viene a establecer que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. Así que actualmente se puede afirmar que hay un triple objetivo en la pena, en su cumplimiento por tanto: castigo, prevención y rehabilitación.
No sé, no sé, tengo la impresión de que hay vecinos que no comparten el mínimo común social de lo que es delito, de lo que es pena y que nunca van a pasar de vecinos a ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario