Español: Escudo de Armas de los Reyes Católicos de España antes de 1492 (Photo credit: Wikipedia) |
Esto de montar mecanos nunca se me ha dado bien del todo.
Con voluntad, paciencia y suerte, una cierta intuición genética para burlar las
instrucciones a veces, acabo montando el mueble sin que me sobre o falte nada. Pero
el ejercicio físico de hacerlo me ha llevado a pensar en este puzzle español
que la historia ha montado y que unos y otros creemos que es humanamente
perfeccionable como ha puesto en evidencia el evento catalán del domingo pasado,
hito en un remontaje del estado cada vez más urgente.
Claro que para montar un mueble de Ikea hace falta un mínimo
cociente de inteligencia y para montar España ha hecho falta mucho más –España no
la inventaron los Reyes Católicos y menos el dictadorzuelo eunucoide que las derechas
cavernícolas financiaron-, no solo de inteligencias y voluntades, sino de mucha
sangre y muchas lágrimas. La inteligencia que se ausentó de la Moncloa cuando
Pedro Jota y su cuadrilla echaron primero a Suárez y luego a González –el podio
de gilipollas que les ha seguido es insuperable-.
Gilipollas, con perdón del exabrupto y sin ánimo de injuriar
a ninguno de los tres, que han ido creando por acción y omisión un tumor
canceroso partiendo de una nacionalidad necesaria para España, para que España
sea España, que tiene mal encaje en la piel del toro uniforme pero que la une a
Europa y a veces la funde con el Mediterráneo y la confunde con una amalgama de
aldeanismo reaccionario y de vanguardia de la cultura universal.
Y como togado transfronterizo temo que la independencia de
Euskadi, de Euskalherria, de Hegoalde, de Gipuzkoa o de Gros –vaya Ud. a
saber-, sea la única opción digna que nos quede a los ciudadanos de esta otra
nacionalidad, aunque no nos gusten nada, pero nada de nada, los
independentistas que nos han tocado en suerte, en mala suerte, ganada a pulso
pero mala suerte. Y si no al tiempo.
Serenas y lúcidas reflexiones siempre necesarias.
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