Euskara: Olentzero Beasainen. Gipuzkoa, Euskal Herria - Olentzero in Beasain. Gipuzkoa, Basque Country (Photo credit: Wikipedia) |
Felipe -“Shelipe” para sus
conocidos-, era putero. Putero de toda la vida. A los 16 años salió del caserío
y fue de putas. Más de 50 años más tarde
sigue yendo con regularidad de putas. Tiene que estar muy grave y lo ha estado
recientemente, una operación que le ha dejado una cicatriz desde el cuello
hasta el ombligo le ha tenido unos meses retirado, pero salió de la clínica y
tardó dos días en irse a “echar el palo”; expresión desagradable donde las haya,
pero que es la que Shelipe usa cuando habla del tema y habla porque no entiende
que ningún hombre de los que conoce pueda no ir de putas, así que, siempre que
solo haya hombres alrededor, cuenta las mil y una anécdotas que su experiencia putera le ha llevado a vivir.
Ahora jubilado, traspasado el negocio, vive confortablemente con su mujer –a la
que supone totalmente ignorante de su conducta puteril-, y es un abuelo
cariñoso con sus nietos. Shelipe no sabe, nunca ha querido saber, de tratas de
blancas, esclavas sexuales y demás “zarandajas” con las que andan algunos
hipócritas, como uno de sus yernos, un gafapasta de abogado que hizo
comentarios muy desagradables sobre eso porque habían abierto un “puticlub” en
el barrio. Shelipe conocía al patrón, amigo suyo de la infancia, que siempre
había estado en “ese” negocio y al que incluso le había prestado dinero después
que sus problemas con la Ertzaina le habían dificultado abrir aquel establecimiento.
Para Nochebuena Shelipe tiene que
soportar a sus dos yernos como condición para ver a los nietos que han
producido con sus dos hijas y además, como vestido de Olentzero, es el que
lleva los regalos durante el aperitivo de la suculenta cena, los yernos no
pueden empezar a emborracharse, condición necesaria para luego discutir
airadamente durante la cena, hasta que él no llega.
Y este año Shelipe se retrasaba, ya
había pasado media hora de la prevista y no estaba en casa. Así que la
inquietud entre hijas y yernos iba creciendo, la etxekoandre no se inmutaba,
miraba el reloj con enojo e impedía que su hija mayor llamara a urgencias –el móvil
de Shelipe tenía ya una docena de llamadas perdidas-. Transcurrida ya una hora,
la mujer llamó a sus yernos a la cocina y, a puerta cerrada, le dio las
instrucciones precisas para encontrar a Shelipe.
El “putetxe” estaba triste, un par
de espumillones de una botella a otra en la barra, cuando los dos cuñados
entraron. Detrás de la barra el amigo de Shelipe y delante éste, sentado en un
taburete, los pantalones dejaban ver su calzoncillo a pesar del blusón negro del
uniforme de carbonero que incluyendo boina, pipa, capones, botella de vino,
cara tiznada… el industrial jubilado portaba. Una mulata le escuchaba
atentamente, en equilibrio desde otro taburete, mientras le acariciaba la nuca.
Y Shelipe, lo pudieron oír perfectamente ambos yernos, disertaba.
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Tendría que ser Noeltzero en vez de Olentzero
pero en Oiartzun nos hicimos un lío con las letras que las pronunciábamos mal y
así se quedó, Olentzero ¿Me sigues Alma María?
Tan nihilista como siempre, pero sembrado como nunca. Un abrazo fuerte, amigo.
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