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Las
guerras que se ganan son las que no empiezan claro pero los
ciudadanos -de España y de Siria por ejemplo-, estamos sufriendo una
guerra que no hemos empezado y que incluso es muy dificil saber
cuándo empezó realmente, además de difícil quizá no sirva para
nada que lo sepamos. Utilizo guerra en el mismo sentido que la
utiliza el primer ministro catalán del gobierno francés.
Parece
evidente que las oligarquías financieras mundiales son quienes han
creado las condiciones que mantienen esta guerra en marcha, por un
lado han creado las condiciones sociales desesperantes que llevan a
los jóvenes de origen musulmán, tanto residentes en Europa como no,
al desempleo más o menos subsidiado, a la delincuencia como único
modo de vida, a la prisión como respuesta social y del infierno en
que es su vida diaria a un paraiso alternativo mediante su
incorporación hasta el martirio personal al ejército santo que una
parte de las sectas religiosas reclama, y, por otro lado, esas mismas
oligarquías financieras mundiales mantienen sus regímenes políticos
corruptos, dando la cara en ellos precisamente la parte musulmana de
esa elite -emires, sultanes, reyes…-, que sostiene por todos los
medios, absolutamente por todos los medios, esa concepción religiosa
fanática en las masas populares de muchos, sino todos, los países
en que el Islam es la creencia religiosa mayoritaria. De estas
“religiones de Estado” vienen las concepciones del mundo y de la
vida que tienen las grandes ramas del islamismo que han elegido el
terrorismo para extenderlas por todas las tierras que sus
santificados ancestros ocuparon en un mitificado pasado y para crear
la comunidad excluyente de creyentes incluso con los fieles que se
han visto obligados a vivir en las sociedades occidentales, aunque
para ello haya que liquidar a todos y cada uno de los no creyentes
que pueda haber en la superficie del mundo.
Lúcidamente,
la sicopatología de los santos combatientes de uno y otro lado -los
bombardeos de pueblos, los asesinatos selectivos... no son medios
para alcanzar la victoria sino síntomas de una patología
“judeocristiana” que no quiere responsabilizarse de haber dejado
el poder de sus sociedades a los financieros y sus lacayos
burócratas-, se añade al caldo de cultivo creado por las manos que
mueven la cuna de la economía. Y drones contra kamikazes nos impiden
mirar a unos y a otros hacia los causantes de que los muertos se
acumulen hasta el aburrimiento.
Todas
las religiones esgrimidas en este conflicto tienen su origen en la
religión judía, los cristianismos y los islamismos son escisiones
logradas del tronco israelita, pero ni los judíos han tenido
episodios de rebeliones populares matando rabinos y quemando
sinagogas ni turbas de musulmanes les han dado para el pelo a sus
imanes y metido tea a las mezquitas, esto es las revoluciones con su
lógico componente antirreligioso -la religión forma parte del
antiguo régimen a derribar-, que se han ido dando en Europa
crisitana en los siglos pasados no se han dado en las sociedades
judías y musulmanas. Para mí esto es un síntoma de que estas
religiones, judaismo e islam, dictan los comportamientos de los que
hoy por hoy son sus súbditos y, por ello, siguen y seguirán siendo
absurdos e inhumanos hasta que no estallen esas revoluciones que
reduzcan las religiones al ámbito de las conciencias individuales.
Esta
guerra se puede ganar por todos o se puede perder, como los aparentes
líderes de Europa y USA lo están logrando, por todos. Así que para
ganarla hay que empezar por cambiar un sistema que se basa en
mantener y en agrandar las diferencias sociales, la injusticia
diaria… y eso no es imposible.
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