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jueves, 3 de marzo de 2016

Y EL ÚLTIMO QUE APAGUE LA LUZ


Cuando oigo a alguien decir lo de que “yo confío en la justicia” pienso lo primero que es un sinvergüenza y lo segundo que es tonto, aunque casi siempre suele ser que no conoce bastante la justicia o la inexistencia de justicia en el aparato institucional que denominamos Justicia, con jota mayúscula.
A pro-ETA mural in Durango, Biscay
A pro-ETA mural in Durango, Biscay (Photo credit: Wikipedia)
A partir de esa justicia, un político preso ha salido libre después de cumplir una condena que fue imposible de leer sin prejuicios y que, según unos, le han convertido en un preso político. Lógicamente ha salido entre división de opiniones como entró en la cárcel. Y lo primero que ha hecho –se dice-, es “coger el timón” ¿De qué barco?
Hay quien sabe con certeza que “ETA es todo” y hay quien cree que “Todo no es ETA”. A mi edad prefiero no saber ni tener creencias desde fuera y dejar los dogmas a los que están en “todo” que puede que sepan dónde está la línea de demarcación y cuántas ETAs o todos hay en la actualidad. No se discute que el recién liberado es un dirigente principal de todo y que su última imagen publicada es la de quien ha llevado el rumbo de todo desde la política del asesinato y el miedo a la política de hacer política en base de lo que se ha hecho hasta ahora y que el puente de mando actual juzga que no es combustible adecuado para hacer avanzar ese barco.

No me asusta la independencia de Euskadi, como puerto de arribada, aunque me parezca ucrónica y utópica, pero no me gusta nada de nada la tripulación que voluntariamente, sin ser llamada, se ha puesto al mando, desde el último grumete hasta el capitán, coja o no coja el timón. Preferiría que fueran saltando por la borda y que el último apagase la luz.   

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