A veces conviene
recordar que la base política y sociológica del alzamiento contra
la República en el País Vasco y Navarra era, en su gran mayoría
entre las tropas combatientes, carlista, autóctona y… euskaldun
(vascoparlante). Los requetés se incorporaron voluntaria y
entusiastamente al ejercito de las derechas facciosas y estos
requetés eran alaveses, navarros, guipuzcoanos y vizcaínos, estos
dos últimos en menor medida hasta que sus territorios se fueron
conquistando por el ejército del bando vencedor y pudieron salir de
sus escondites para sumarse,. Y los requetés lucharon en las filas
reaccionarias contra sus «hermanos» gudaris, a los que mataron y
remataron o ejecutaron con la misma ferocidad que las tropas moras o
legionarias, siendo los tercios carlistas los que conquistaron el
País Vasco fiel a la II República, es decir, Gipuzkoa y Bizkaia,
como nombres de avenidas, calles y monumentos recordaron durante los
años siguientes -algunos permanecen por ser neutros o por haber sido
camuflados-.
Nunca llegó a
existir una prohibición oficial y expresa de hablar o de vivir en
euskera, que hubiera sido imposible de hacer cumplir, pero se marginó
el idioma vasco en la cultura y en la enseñanza, prohibiéndose la
utilización de nombres euskaldunes en todo tipo de denominaciones
oficiales (Registro Civil, Mercantil…) en los primeros años. Por
añadidura, en estos primeros tiempos tras la victoria de los
golpistas, en el plano local, algunas autoridades hicieron gala de
una tremenda confusión entre vascuence y abertzalismo, que llegó
hasta extremos grotescos, como se recogen en muchas memorias de los
que padecieron estos excesos, pero el Régimen totalitario
restableció antes de los 10 años la Academia de la Lengua Vasca que
intentó controlar, y además absorbió el folclore vasco en la
cultura española oficial a través de sus instituciones, como la
Obra Sindical de Educación y Descanso, donde danzas, coros, deportes
rurales… fueron incluso promovidos mediante su subvención y
exhibición por el extranjero. Y la dictadura desde el primer momento
dejó actuar en euskera a la iglesia católica, uno de los pilares
esenciales del sistema, sin ninguna cortapisa.
No se puede
simplificar y hablar de la prohibición del euskera durante el
llamado franquismo sino que hay que ser conscientes de una realidad
de este idioma torturada, compleja y de muchas facetas durante unos
años de obscuridad cultural para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario