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sábado, 30 de diciembre de 2017

EL EUSKERA Y TAL EN LOS TIEMPOS DEL NO-DO

A veces conviene recordar que la base política y sociológica del alzamiento contra la República en el País Vasco y Navarra era, en su gran mayoría entre las tropas combatientes, carlista, autóctona y… euskaldun (vascoparlante). Los requetés se incorporaron voluntaria y entusiastamente al ejercito de las derechas facciosas y estos requetés eran alaveses, navarros, guipuzcoanos y vizcaínos, estos dos últimos en menor medida hasta que sus territorios se fueron conquistando por el ejército del bando vencedor y pudieron salir de sus escondites para sumarse,. Y los requetés lucharon en las filas reaccionarias contra sus «hermanos» gudaris, a los que mataron y remataron o ejecutaron con la misma ferocidad que las tropas moras o legionarias, siendo los tercios carlistas los que conquistaron el País Vasco fiel a la II República, es decir, Gipuzkoa y Bizkaia, como nombres de avenidas, calles y monumentos recordaron durante los años siguientes -algunos permanecen por ser neutros o por haber sido camuflados-.
Nunca llegó a existir una prohibición oficial y expresa de hablar o de vivir en euskera, que hubiera sido imposible de hacer cumplir, pero se marginó el idioma vasco en la cultura y en la enseñanza, prohibiéndose la utilización de nombres euskaldunes en todo tipo de denominaciones oficiales (Registro Civil, Mercantil…) en los primeros años. Por añadidura, en estos primeros tiempos tras la victoria de los golpistas, en el plano local, algunas autoridades hicieron gala de una tremenda confusión entre vascuence y abertzalismo, que llegó hasta extremos grotescos, como se recogen en muchas memorias de los que padecieron estos excesos, pero el Régimen totalitario restableció antes de los 10 años la Academia de la Lengua Vasca que intentó controlar, y además absorbió el folclore vasco en la cultura española oficial a través de sus instituciones, como la Obra Sindical de Educación y Descanso, donde danzas, coros, deportes rurales… fueron incluso promovidos mediante su subvención y exhibición por el extranjero. Y la dictadura desde el primer momento dejó actuar en euskera a la iglesia católica, uno de los pilares esenciales del sistema, sin ninguna cortapisa.

No se puede simplificar y hablar de la prohibición del euskera durante el llamado franquismo sino que hay que ser conscientes de una realidad de este idioma torturada, compleja y de muchas facetas durante unos años de obscuridad cultural para todos.

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