El establecimiento
es un figón sin carta, el patrón dice lo que hay para comer y
conoces los precios a la hora de pagar en metálico. Galtzagorri
había decidido no volver a pisarlo después de que una vez que le
toco pagar la cuenta, ésta le pareció excesivamente excesiva y,
aunque el dinero no era suyo sino de la institución que representaba
en aquel momento y nadie se lo reprochó, decidió no volver, pero
allí estaba en la puerta, esperando en la sombra, pasadas las dos
del mediodía, que llegara la persona que le había convocado.
Ella llegó con su
retraso personal, acelerada, guapa, delgada, vestida de Minimil con
un toque de Carolina Herrera… habrían pasado veinte años desde la
última vez que la vio y ella había pasado de ser una veinteañera
inteligente y atractiva a una mujer empresaria muy atractiva.
Después de besarse
e incluso achucharse con el cariño que se ha mantenido en el tiempo,
Marta dispuso que entrasen y se sentasen en la incómoda mesita que
el patrón del restaurante les había reservado en un local siempre
lleno, dos besos femeninos al aire de sus sudadas mejillas a modo de
agradecido saludo.
- Pues desde que una
vez me dejaron plantado y tuve que comer solo en el restaurante mas
caro de Madrid – Galtzgorri justificaba su espera en la canícula
donostiarra -, y pagar la cuenta, claro, espero en la calle cuando me
invitan.
Marta le escuchaba
mientras bebía agua con gas y esperaban la comida, platos sin las
sofisticaciones que gustan en las guías gastronómicas pero
productos de calidad excelente. Ella le contó su vida profesional,
resumió brevemente su vida matrimonial y de madre contemporánea, y
preguntó a Galtzagorri sobre los mismos temas, sin ocultar que
conocía las respuestas con anterioridad. Galtzagorri no mintió
mucho, intentó frivolizar y provocar sonrisas, mientras la
observaba, sin querer centrarse demasiado en su escote que le parecía
que infringía las leyes de la gravedad y de la edad.
- Son las mismas
tetas que acariciabas hace treinta años – ella le interrumpió la
frase que estaba diciendo – retocadas para mantenerlas en su sitio
pero las mismas, no hace falta que me las quemes con los rayos X de
tus ojos…
Entre plato y plato
y riojas de degustación, las frivolidades eran cada vez más
abundantes en la conversación y los restantes comensales cada vez
menos en el reducido local, así que Galtzgorri se sentía cómodo
con aquel sorprendente encuentro sin motivo, “quiero invitar a
comer a un viejo amigo al que no veo hace tiempo” ella le había
dicho.
- Pues sí, ahora
soy la PDG, que decís los afrancesados, del chiringuito – Marta
extrajo del bolso-billetero que había dejado sobre la mesa una
tarjeta de visita de diseño caro y chocante – la consejera
delegada de todo el grupo y eso se lo debo al colega que tú sabes.
La ultima oración
fue dicha lentamente, casi deletreada, como queriendo subrayar que
era importante que Galtzagorri cogiera todo su significado y luego
ella siguió.
- Mira, yo le di mi
coño y él me dio la entrada a mi carrera, así que seria bueno que
no se hablase mucho por ahí de ciertas personas y de ciertas cosas
que pasaron hace mucho tiempo.
Galtzagorri dejó la
copa de vino con cierto temblor en su pulso.
- ¿Quién habla?
¿De quién? ¿De qué? ¿Que le diste qué? Yo sé que saliste
algunas veces con él pero nada más.
- Si se le llama
salir a un par de polvos de conejo, de no más de dos minutos y medio
cada uno, pues sí salí con él. No era lo mismo que contigo, tú me
sedujiste, lo tuyo fue peor, por un momento creí que tú estabas tan
enamorado de mí como yo colgada de ti, lo de él era meterla en un
coño joven, mi coño.
- Agujero negro,
centro de mil galaxias, al que como Neruda ebrio de trementina, como
Picasso de pincel azulado, como rocketman de piano rosa, yo…
- ¡Corta el rollo
poético, chico! ¿Por qué iba a ligar hoy contigo si ya lo hice una
vez? - Marta le sonríe poniendo distancias – Se habla estos días
de mierdas del pasado y la mierda, cuanto más se revuelve, peor
huele. Se habla de gente, se habla de cosas de las que no se debe
hablar, como siempre en esta ciudad, y no solo se habla, se escribe
en blogs, se publica en redes sociales… Parece que hay un morboso
interés en tender al viento las bragas mal lavadas de muchos o los
calzones sucios de otras muchas…
- Ya me he perdido –
dice Galtzagorri quitando un hielo al gintónic -, pero que quede
claro, yo nunca me he acostado con alguien de quien no estaba
enamorado o eso quiero creer.
- Te tiene que
quedar claro algo a ti: el genérico de esta peli se reduce a uno, al
que está en la cárcel, no hay mas gente en el cast, no puede ni
debe salir nadie mas en ningún diario vasco ni español... Del que
está pagando sus pecados ahí dentro, ya lo mandarán a Málaga a
una residencia de ancianos presos y a que dé clases de formación
profesional en fotografía para que haga méritos y salga a no
molestar por las playas naturistas de Almería, que es lo suyo… y
punto final ¡Y espero que no se le ocurra a nadie contar por ahí
esta charla de amigos!
Todo ello dicho con
la misma naturalidad con la que el Presidente del Consejo de
Administración informa a los vocales que las cuentas del ejercicio
se han ajustado a las previsiones adelantadas. Luego de una vaga
promesa de volver a verse, Marta pagó la cuenta en billetes sin
rechistar, se despidió de Galtzagorri con un piquito en la punta de
los labios ginebrinos y le dejó sentado, último comensal del
establecimiento hostelero.
Galtzagorri no hizo
la primera llamada telefónica hasta que no estuvo en la sombra de la
Avenida, porque la llamada que hizo fue larga, muy larga, de hecho
cuando la acabó ya había terminado la etapa del Tour.
Esaldiak ate gorriak ixten ditu
ResponderEliminar"se te cerrarán muchas puertas" dijeron, y dos puertas se cerraron, quizá tres, las otras no estaban abiertas. Cuando alguien cierra una puerta, no se sabe quién se queda encerrado, quizá el que está a un lado, quizá el que esté a otro. Pienso que en un lado estaban las víboras y las serpientes de cascabel o de casaca-belle (Que decía mi amá) y del otro, nos quedamos los vagos y las maleantes, siempre me han gustado las maleantes y las mareantes. Maite zaitut, politak. No, no puedo ir al programa de tarde, de todas maneras. ¿A quién le beneficia a estas alturas que se difunda que hace 40 años el marqués de Anoeta le comió la gata a la duquesita de Ondarreta o que Santa Juana de Arquito, ahora madre ejemplar de dos adolescentes, merendaba verga de abogado cuando ella misma era adolescente en el estudio de fotografía? No beneficia a la justicia, siquiera.
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