Persona de poco arranque o empuje, vulgarmente
acarajotá o acarajotao, leo por ahí que quiere decir “apamplao”. Y, sin
embargo, tengo en la mano una copa de vino tinto, crianza 2007, embotellado en
Baños de Ebro (Alava riojana) que se llama Apamplao, con colores de sangres
obscuras vivificadoras y que tiene un paladar con toque de terneruela o de
ovejuela –en el mejor sentido de la palabra, esto es, de ganado adolescente-, aroma de uva fresca hasta
el sorbo último que puede ser prólogo de la siguiente copa ¿Por qué le habrán
puesto este nombre? ¿Habrá que beberse toda la botella para descubrirlo? Creo
que alguien me había dicho que el vino joven Apamplao era de maduración
carbónica –y también me gustó con su color más alegre, su sabor de fruta dulce
y su ascenso perfumado por la pituitaria-, pero no recuerdo haberme quedado
Apamplao sino más bien contento (De volver en taxi a echarnos la siesta la
camarada y yo). Misterios del márketing en el que a veces encuentran un hueco
algunos acarajotaos, sin chicha y apamplaos
pero, a pesar del nombre o por el nombre, se puede pedir con unas croquetas o
así por La espiga y otras tabernas.
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