Ayer
hice de guía turístico de un periodista de La Dépêche du Midi, Pierre Challier…
era evidente que por la Parte Vieja este turismo informativo abundaba. Nos
cruzamos con varios grupos de guía autóctono y corresponsal trabajando en el
reportaje correspondiente. Tuve la suerte de que mi turista ya había estado de
vacaciones en los 80 y desde entonces había seguido los acontecimientos, por lo
que no tuve que explicarle –en las anteriores treguas también me vinieron
periodistas franceses con el mismo interés profesional-, en una hora estos 52
años de toda mi vida –vivida siempre bajo dictaduras de uno u otro
nacionalismo-.
Hubo
cuestiones que me dejó sin poder responder ¿Por qué le creemos a ETA esta vez?
Mi primera respuesta es porque les queremos creer y sigo creyendo que esta es
la razón fundamental, la mentira primigenia en que se basa el nacionalismo
vasco les ha llevado a creerse siempre sus propias mentiras –hombre blanco
hablar siempre con doble lengua como la de las serpientes, decía Jerónimo en las
películas del Trueba-, que salen de su boca de su simbólica serpiente.
Hay
otras razones, la patética escena del Palacio de Aiete, como colofón de un
proceso de rendición previo, ante una representación de supervivientes del
famoseo internacional pone más de relieve que oculta la falta de recursos del
mundo etarroide en la sociedad vasca, la sociedad española, la sociedad europea
y en el mundo mundial, se han quedado solos consigo mismos.
Y esta
soledad se debe a la leña que han recibido de las policías de todo el mundo, no
sólo de la española y de la francesa, que han cumplido con su deber de
perseguir a los delincuentes y a sus cómplices, como es obvio. También sus
errores tácticos últimos -la ruptura letal de la negociación con Zapatero evitó
que éste cometiera un error mayor y se volviera ceder a los agresores para
darles fuerzas-, les habían llevado a sus responsables y visibles, los
comandantes que quieren hacer política como ese engendro de absurdo nombre
Izquierda Abertzale, a caerse del caballo en que tan ricamente galopaban y a
querer que el caballo se cayera también.
Pero en
el ojo del huracán en el que hemos vivido tantos años, sin irnos y sin refugios
subterráneos, ya hemos visto pasar otras veces vacas volando como en las
películas de catástrofes y hemos creído que ya estaba todo visto otras veces y,
sin embargo, el drama era en sesión continua y no se encendían las luces más
que breves segundos. O sea que hay que seguir vigilantes y esperar que sean
ellos los que den los pasos.
Porque
la prueba del algodón es que pase el tiempo y que demuestren que lo han dejado con
los hechos, por ahora acuden a alharacas como si pudieran exigir algo por
habernos liberado, a la fuerza de la democracia, de nuestro secuestro y como si
no tuvieran que penar su delito.
Sólo
nos queda seguir votando, con voto ciudadano obligatorio, aunque haya que
ponerse mascarilla y guantes para coger la papeleta y depositarla en la urna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario