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domingo, 16 de octubre de 2011

ESPERANDO A KOFI

_-118Image by Georgia Nicolau via Flickr
En este pequeño país existe un país, un país etnocéntrico que es la corte de Sabino para mí, jacobino trasnochado, pero que a veces es la única imagen que ven los de fuera del país y lo que es peor que vemos los de dentro, los habitantes convivientes los unos con los otros y los otros con los unos. Y Kofi viene y no sólo porque hayamos logrado recientemente que la cocina sea universidad -además de que la universidad sea potaje mucho antes-, pero desde el neolítico en que iniciamos nuestra ontológica relación con los alimentos  hemos alcanzado la meta de que ahora  el Gaudeaumus Igitur sea cántico de sociedad gastronómica. A este país viene Kofi, es de esperar que con el GPS bien actualizado porque aquí va a comer bien, mejor que en Irlanda –que no tiene Irish Culinary Center o como se diga en gaélico- ya que Irlanda es la comparación típica vasca - aquí todas las comparaciones son irlandesas, mientras que en Irlanda deben seguir siendo odiosas-.
Aunque hemos perdido tantas veces las referencias cardinales en nuestra geografía que Euskadi está lo mismo entre Irlanda y Escocia como entre Serbia y Kosovo, es una utopía en la que somos albanokosovares respecto de los españoles y serbios respecto de los alaveses y sobre todo respecto de los navarros inabarcables de otro modo. Y a la vez somos una ucronía de matxinada permanente, esperemos que Kofi lo tenga en cuenta cuando sea recibido en la sede de la Once (O de Onkarri o Lokarri o como se llame por el momento la noOng ésa que ha organizado el cónclave cardenalicio).
Pero los ciudadanos queremos inyectarnos esperanza en vena, esperanza de buena calidad, aunque nos la traigan los comandantes Jone, Iñigo, Arnaldo, Rufi… y demás poderes fácticos que están en la pomada de este pequeño pequeño país. Quizá porque esperamos que esta vez sea la buena, que los comandantes sean ciudadanos también, hasta en el adn –creamos o no que exista el trasplante de adn-, y no queremos mirar si asoma una garra de lobo bajo el Armani impecable que mañana se pondrán para recibir a Kofi.
Y, aunque ni en los cuentos hay lobos vegetarianos, todos esperamos ver pasar su carroza tirando de los ratones convertidos en caballos, porque  en este país pequeño nos creemos que las carretas tiran de los bueyes tanto como Kofi se lo pueda creer.


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