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martes, 17 de marzo de 2015

PACTE DE FAMINE

An 1849 depiction of Bridget O'Donnell and her...

En la Francia del siglo XVIII la población se iba incrementando exponencialmente  lo que hacía que la demanda de subsistencia se incrementase  en la misma proporción, mientras que la oferta, en las manos blancas y escasamente productivas de unas clases altas privilegiadas que habían heredado el poder y su representación del pasado, era insatisfactoria y eso obligaba a que el poder real se implicara -márketing de la caridad-, en aliviar el hambre del pueblo mediante importaciones de grano que no evitaban del todo el encarecimiento inevitable de los precios, lo que a su vez provocaba que la población cada vez tuviera que sufrir más para obtener menos alimentos. Turgot, el primero de los economistas de la Corte como Ministro de Rey Luis XVI, apostó por la liberación del mercado y que éste democráticamente se regulase, eliminando gremios y obstáculos a esa libertad de flujo de mercancías, estas medidas liberalizadoras provocaron que los ricos negociantes de alimentos, que no los productores cuyos salarios bajaban, especulasen con su almacenamiento y distribución, muchas veces acordados entre ellos para permitirles superiores beneficios -"le pacte de famine" no era una leyenda popular-. Así los poderes económicos de Francia pusieron las bases de un estallido revolucionario que provocó el salto del país a la modernidad, pasando por encima de montones de cabezas cortadas de los representantes del viejo sistema político, de muchas de los propios revolucionarios y de escasas, muy escasas si alguna, de los enriquecidos especuladores. Cuando las aguas rojas se tornaron imperiales los herederos de aquellos ricos hombres de negocios se pusieron a crear bancos y bolsas de comercio, embarcaciones que les iban a permitir navegar por encima de todas las revoluciones que vinieran en el futuro.

La historia recicla el material del pasado  para explicar el presente.

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