Cuando yo era niño, en la escasa biblioteca del Colegio San
Ignacio entre las novelas de “El siglo de las misiones”, las ediciones de “El
Mensajero del Corazón de Jesús” , las obras del Padre Coloma y de Martín Vigil y
similares, había un libro titulado “La Biblia tenía razón” en que se hacía una
lectura científica, esto entre comillas, del contenido del “best-seller” que
lleva más tiempo en las listas. No me acuerdo muy bien pero ya que en las
Escrituras Sagradas se recogen mitos, cuentos y leyendas que tienen su base en
sucesos geológicos o históricos que la arqueología ha comprobado, algunos de
esos relatos pueden considerarse como auténticos, luego el libro hacía un salto
en la lógica, la lógica de sus infantiles lectores, para llegar a intentar
convencernos de que el resto de la hojarasca añadida también era cierta.
La Economía tiene en la Biblia un análisis de los ciclos
económicos bien conocido: siete años de vacas –no vascas, por favor-, gordas a los que siguen siete años de vacas
flacas. José, el Ministro de Economía y Finanzas de la UE de entonces –el Imperio
Faraónico Egipcio-, toma una serie de medidas preventivas a partir de su sueño
con la intención de que los ciudadanos no pasen hambre en la parte baja del
ciclo, fundamentalmente se decía a acumular tesoro público durante los buenos
años para poder mantener la población durante los años malos.
No sabemos si el Faraón quería imponer la supresión de los
derechos de los trabajadores, rebajarles los ingresos, hacerles las jornadas
más extenuantes y otras, que los ortodoxos sacerdotes egipcios hubieran
propuesto, bendecido y apoyado con toda seguridad –la casta sacerdotal siempre
está con el poder-, pero el caso es que José metió el Tesoro acumulado a
disposición de los ciudadanos que así mantuvieron, con esa ayuda estatal, la
economía diaria en marcha hasta que el ciclo cambió.
La Biblia tenía razón: la Troika egipcia y sus políticas
acabó siendo la peor de las plagas.
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