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miércoles, 14 de octubre de 2015

EL DIABLO

English: A woodcarving of Belial and some of h...
English: A woodcarving of Belial and some of his followers from Jacobus de Teramo's book Buch Belial (1473) (Photo credit: Wikipedia)
Nos encontramos en un decorado que representa un bar de copas. Hay un camarero detrás de una barra, puede que sea un ser vivo puede que sea un humanoide autómata. No hay otro cliente más que el abogado, mal sentado sobre un taburete, un gin tónic acaba de ser servido sobre la barra. Hay música ambiente, quizá una samba en versión un poco jazzy. Sobre la música se oye la voz del letrado que parece hablar a la copa.
CRISTOBAL: La primera vez que vi al diablo lo vi encarnado en un jesuita que fumaba cigarrillos egipcios y bebía whisky Dimple a las 8,30 de la mañana en la Comercial de Bilbao. Mefistofélico –no sé cuál de los infinitos nombres del maligno era el suyo pero el adjetivo le encajaba-, me hizo todo el mal que pudo en unos minutos hace unos 45 años y así el mundo se perdió un economista pero el diablo y la carne se ganaron un abogado.
En todo este tiempo he vuelto a ver al diablo, unas veces se me ha aparecido como un mestizo del Naranjito y del Sr. Patata en medio de un parque de atracciones para llamar mi atención sobre una mamá morena que “mono parentalmente” cuidaba a su niña mientras yo cuidaba al último de mis retoños, para luego hacerme la faena de provocarme mi primer gatillazo en aquel adúltero lecho al que la “resistible” tentación me había llevado…
Otras veces he visto al diablo, no sé si sería el mismo diablo u otro, con todos los atributos del diablo, unos cuernos rojos enormes, más de ciervo que de cabra, unos ojos de fuego, una máscara dorada brillante, un cuerpo musculoso asomando debajo de una armadura de oro también y la cola del diablo acabada en una punta de flecha que señalaba hacia el dinero fácil, la cooperación necesaria  con el delincuente de cuello blanco y corbata de seda, el paraíso fiscal a la vuelta de la esquina de un banco inglés junto a un lago suizo, mientras me mostraba el más bello paisaje alpino con las cumbres blancas como la más pura cocaína. Y caí en aquella tentación para luego vomitar sangre por los palcos de los mejores estadios de fútbol del planeta mientras mis clientes me ponían los cuernos sí los cuernos, con otros abogados más jóvenes y menos escrupulosos que yo, todavía.
El diablo con toga y puñetas no sé si es Satán, Satanás, Lucifer, Luzbel, Belcebú, Mefistófeles, Belial, Samael, Mara o Pedro Botero… pero existe, lo he visto con mis ojos. Es un funcionario implacable, hecho de soberbia y egolatría, que busca dejarte marcado con su garra de la justicia pero que odia la justicia, que tiene todos los sexos bajo su toga negra, ropaje que le da todo el poder y que lo hace invisible, que se pregunta cada mañana ¿Quién como dios? Y se responde firmando resoluciones de vida y de muerte…
Guárdame la copa, me voy a echar un pitillo.



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