En la mesa entrando
a la derecha del bar, Rufino lee todas las mañanas la prensa y a
veces se le escapan exclamaciones o realiza comentarios hacia
Joshemari que, detrás de la barra, sirve zumos, croissants y cafés
variados a los escasos parroquianos que van pasando.
- ¡Los
publirreportajes de la incinadora ya agobian!
- Algo habrá que
hacer con la basura ¿No?
Y así durante una
hora, de 7,30 a 8,30 aproximadamente, cuando Rufino se dispone a
irse, habitualmente entra la rubia abogada Arantza Irustabarrena,
delgada y nerviosa, provocando un intercambio de opiniones sobre la
actualidad.
- No sé por qué
sigues leyendo la prensa escrita.
- Para saber quién
se ha muerto en el pueblo fundamentalmente, las noticias de verdad
las leo en Internet por la noche.
- También en
Internet se publican muchas mentiras -constata la abogada-.
- Con el mismo grado
de cotejo de fuentes que los periodistas malpagados de los papeles,
así que hay que leerlas activamente, haciendo el esfuerzo de pensar.
Internet es, por ejemplo, la única manera de saber algo de los
“Gipuzkoa papers” de nuestros provincianos políticos y de los
que están en la “crème de la crème” donostiarra.
- No se está
publicando nada en Internet sobre la basura que se acumula en la
torre de Errotaburu que no se sepa…
- ¡Que no se sepa
en los corrillos de los palcos del estadio! Pero la ciudadanía debe
saber qué pasa con el dinero público.
La abogada sonríe,
calla un rato, da una chupada al cigarrillo electrónico y dice, a
modo de despedida:
- No existe la
ciudadanía, Rufino, no existe ¿Incineradora? Lo que van a hacer es
quemar de nuevo la torre esa.
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