- Cuando veo masas
de gente por las calles de las ciudades con sus símbolos, sus
banderas, sus silencios o sus gritos de rimas ripiosas, sus
convicciones proclamadas, la imposición de lo que sea que sientan a
los demás por el número, por su presencia imponente, me da igual
que los organizadores digan que son un millón y luego la lógica los
reduzca a diez mil, son masas y son más que yo, así que me dan
miedo -Xavier Saint Barthélemy nos sirve, mientras habla con su
frialdad de cirujano, otra copa de vino blanco frío, un Château
Guiraud creo-, me resulta imposible distinguir el “pueblo en
marcha” de la “jauría humana”.
- Una gran película,
por cierto, injustamente olvidada -alguien intenta cambiar la
conversación, de Catalogne hasta la coronilla estos días, supongo-,
a pesar de las interpretaciones insuperables de Marlon Brando y
Robert Redford…
- Eso es, la
hipocresía, los prejuicios, la corrupción… como en la película –
Saint Barthélemy nos lleva varias rondas de ventaja esta noche y no
se da por vencido-, pueden manipular a las masas para justificar lo
injustificable, para infringir las leyes de la convivencia, para
hacer justicia sin proceso alguno y con sentencia inapelable.
- Las imágenes
actuales de linchamientos de ladrones o de brujas o de quien pasaba
por allí en algunas barriadas pobres de Latinoamérica -añado yo
resignado, degustando el excelente caldo de Burdeos-, me revuelven
las tripas de abogado que aún me quedan.
- Los golpistas, los
terroristas, los políticos más corruptos…, como bien padecéis en
España, -inevitablemente algunos franceses exportan hacia el sur
todas las pajas malas sin ver vigas en ojos propios-, manda por
delante a las masas o arrastran detrás de ellos a las masas como
sacrosanto fundamento de sus delitos: el clamor del pueblo, el pueblo
lo quiere, ahora nos hemos ganado el derecho a proclamar la
independencia…
- Saint Barthélemy,
Saint Barthélemy… que también hemos visto muchas masas por las
calles de Paris pidiendo una cosa hoy y la contraria mañana, no sé
si la misma masa – un contertulio intenta reaccionar un poco-,
porque todos los franceses os parecéis mucho, pero a mí también me
han dado miedo.
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