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domingo, 8 de octubre de 2017

LA JAURÍA HUMANA


- Cuando veo masas de gente por las calles de las ciudades con sus símbolos, sus banderas, sus silencios o sus gritos de rimas ripiosas, sus convicciones proclamadas, la imposición de lo que sea que sientan a los demás por el número, por su presencia imponente, me da igual que los organizadores digan que son un millón y luego la lógica los reduzca a diez mil, son masas y son más que yo, así que me dan miedo -Xavier Saint Barthélemy nos sirve, mientras habla con su frialdad de cirujano, otra copa de vino blanco frío, un Château Guiraud creo-, me resulta imposible distinguir el “pueblo en marcha” de la “jauría humana”.
- Una gran película, por cierto, injustamente olvidada -alguien intenta cambiar la conversación, de Catalogne hasta la coronilla estos días, supongo-, a pesar de las interpretaciones insuperables de Marlon Brando y Robert Redford…
- Eso es, la hipocresía, los prejuicios, la corrupción… como en la película – Saint Barthélemy nos lleva varias rondas de ventaja esta noche y no se da por vencido-, pueden manipular a las masas para justificar lo injustificable, para infringir las leyes de la convivencia, para hacer justicia sin proceso alguno y con sentencia inapelable.
- Las imágenes actuales de linchamientos de ladrones o de brujas o de quien pasaba por allí en algunas barriadas pobres de Latinoamérica -añado yo resignado, degustando el excelente caldo de Burdeos-, me revuelven las tripas de abogado que aún me quedan.
- Los golpistas, los terroristas, los políticos más corruptos…, como bien padecéis en España, -inevitablemente algunos franceses exportan hacia el sur todas las pajas malas sin ver vigas en ojos propios-, manda por delante a las masas o arrastran detrás de ellos a las masas como sacrosanto fundamento de sus delitos: el clamor del pueblo, el pueblo lo quiere, ahora nos hemos ganado el derecho a proclamar la independencia…


- Saint Barthélemy, Saint Barthélemy… que también hemos visto muchas masas por las calles de Paris pidiendo una cosa hoy y la contraria mañana, no sé si la misma masa – un contertulio intenta reaccionar un poco-, porque todos los franceses os parecéis mucho, pero a mí también me han dado miedo.

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