Hay gente que cree
erróneamente que los jueces se hablan sobre los asuntos que llevan,
esto es, que creen que los jueces son como curas confesores compartiendo los
chismes que, como si fueran pecados, les cuentan las beatas.
Podríamos inventar llamadas que nunca se han producido y que son
creación de esas imaginaciones bastardescas, a modo de microteatros:
Cuando se abre el
telón, el escenario representa un despacho de abogado dentro de una
firma de abogados, a la izquierda una pared con láminas, una planta
artificial al fondo del escenario que pretende ser un ventanal a la
calle, a la derecha una biblioteca con libros y la puerta de entrada,
la mesa está situada a la izquierda de la escena, encima un
ordenador, teléfono, agenda, expedientes… un sillón de director
detrás contra la pared izquierda, en el centro del escenario dos
sillas para los clientes. Por la derecha entran el abogado y la
magistrada que viene vestida de calle.
MAGISTRADA: Cierra
la puerta.
ABOGADO: Tranquila
cariño, que no nos puede oír nadie.
M.: ¿Ni el hijo de
puta de tu socio de al lado?
A.: Que no está, ha
salido a la notaría.
M.: Entonces, vamos
rápido.
La magistrada se
quita la gabardina, se sienta en una de las sillas, saca un
cuadernillo del bolso y descuelga el teléfono. Mientras ella marca
el abogado se sienta en el sillón detrás de la mesa y la observa.
M.: Buenas tardes.
Soy la Magistrada Zulema Arboniés quiero hablar con D. Cosme San
Damián
El abogado insinúa
una caricia, que es rechazada, sobre la mano de la magistrada mientras
ésta espera que su orden sea obedecida por quien ha descolgado.
M.: ¿Cosme? Hola
¿Qué tal estás?
M.: Pues por aquí,
lloviendo, como siempre.
M.: Ya vendrás, ya.
Te llevaré a comer a un sitio que no conoces.
M.: Estupendo, bien,
bien.
M.: Te llamo, ya
sabes, por el caso de mi amigo Victorio, sí, el del hotel.
M.: Tiene todo
preparado para la inauguración y la Consejería de Turismo no le
deja hacer nada mientras no resuelvas el recurso, ni siquiera
provisionalmente y, como me dijiste que lo de las cautelares era muy
descarado…
M.: Vale, entonces,
ya está resuelto.
La magistrada le
hace una seña con un dedo para arriba al abogado que aplaude en
silencio.
M.: Pues muchas
gracias, majo. No te invito a la fiesta de la inauguración porque
sería chocante pero mi marido y yo pasaremos a verte.
M.: Sí, cuando
quieras, igualmente, muchos besos.
Cuelga el teléfono
y se levanta, poniéndose la gabardina.
M.: Ya le puedes
decir a ese gilipollas que lo suyo está arreglado y que me debe una…
y gorda. Y ahora, me voy a casa que tengo dos sentencias para poner.
Si llegas tarde, más vale que hayas cenado fuera, porque no creo que
te quede nada en casa para cenar…
El abogado intenta
darle un beso pero ella sale sin volverse. El abogado se sienta y
empieza a llamar por un teléfono móvil. Cae el telón.
En la otra escena,
es un despacho de juez de instrucción, no hay ventanas, hay dos
puertas, la de la izquierda da a un pasillo por el que se va al
despacho del letrado de la Administración de Justicia, antes
Secretario Judicial, y también a la oficina judicial donde trabajan
los tramitadores de los expedientes, la puerta de la derecha da a una
sala de reuniones donde se toman las declaraciones y que tiene una
puerta que da acceso a la zona pública. Hay algunas baldas en las
paredes, un retrato del Jefe del Estado también, quizá una bandera
española en un rincón, una mesa no muy grande con teléfono,
ordenador, papeles, legajos, expedientes, sumarios… que también se
acumulan encima de un par de sillas, por las baldas, por el suelo,
solo el sillón desgastado del juez está libre de papeles porque
está ocupado por Su Señoría, una mujer de algo más de 30 años
quizá, cuando se abre el telón ella está hablando por el teléfono
fijo.
JUEZ: ¡Flipo,
flipo! ¡No me jodas! ¡Qué sinvergüenza!
J.: Me di cuenta
enseguida, lo que tú me habías dicho, una buscona, pero una mala
pécora…
J.: ¿Qué se había
creído la tía? Como si fuera fácil sacar el dinero ¡Qué trabaje!
O que haga oposiciones ¡No te jode! Porque tenga una cara bonita,
un par de tetas y un culo ya se cree con derecho a todo.
J.: No te digo que
tu amigo no la haya toquiteado pero… esta pedorra ya sabía a lo
que se exponía si va de miss… en ese mundo la que algo quiere algo
le cuesta o se acuesta ¿No?
J.: Tú tranquila y
él puede estar más tranquilo aun. Si todos me han hablado muy bien
de él, no sólo tú que es a la que tengo que estar más agradecida
de que yo esté aquí. También me lo ha dicho la otra magistrada, la
de la otra sección… sí e incluso la fiscal ¡Con lo seria que
parece! Y también le conoce ¿De qué le conocerá? ¡Vete tú a
saber!
J.: No, ése no me
ha llamado ni ha venido ¿Es abogado? Sabía que fue alcalde, pero
no, no me ha dicho nada. No hace falta que venga. Yo me fío de ti.
J.: Mañana entro de
guardia, así que para no aburrirme ya me escaparé un rato para
tomar un café contigo.
J. Vale, a las 4 en
el bar del hotel enfrente del Palacio, vale.
J. Muxu bat, bero
bero.
Llaman a la puerta,
la Juez la abre estirando el brazo desde su asiento, sin decir nada.
Entra un empleado con unos expedientes.
EMPLEADO: Buenas
tardes, señoría. La firma.
E.: ¡Ah! Aquí está
el nuevo escrito de la violada de marras, está informado ya por el
Fiscal ¡Esta vez favorablemente! ¿Preparo una denegatoria?
J.: Elévalo a la
autoridad competente y ya veré.
El empleado se pone
de puntillas y lo deja en la balda más alta, mientras cae el telón.
No es difícil
dejarse llevar por maledicencias e insinuaciones y crear situaciones
tan increíbles como las anteriores pero todos sabemos que esas
cosas... ¡En Euskadi no pasan! Así que podemos dormir tranquilos,
después de disfrutar de esta insuperable temporada de sidra que ya
ha comenzado.
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