Era
un domingo soleado en Ezpeleta, Espelette en francés, incluso
caluroso para la época del año. Tomás Guechogaña, el jubilado
periodista vizcaíno, se paseaba por el artificial decorado del
pueblo junto con su pareja actual Pernando Amezketagoitia, el bien
dotado multiinstrumentista que tanto se prodiga en oficiales
inauguraciones y eventos culturales. Junto a la atestada terraza de
una taberna vieron a Jon Galtzagorri, con una bolsa de tienda en la
mano, en actitud expectante.
-
¿Qué haces, Jon? -inquirió el mofletudo Tomás-.
-
Hola joven. Aquí esperando que se vayan estos turistas para sentarme
y ver si mi novia no se ha perdido por esas tiendas y aparece de una
vez para comer algo ¡Que ya es hora!
Se
sentaron los tres y, después de que la pareja sorbiera los primeros
“pernods” y el resignado abogado una “pression” espumosa, se
pusieron al día de sus últimas trayectorias vitales, ya que hacía
algún tiempo que no se veían y así hacían tiempo bajo el otoñal
cielo azul.
-
Pues he comprado para el nieto madrileño de mi novia un juego de
cartas de “Las 7 familias vascas” con la familia “Arrantzale”,
la familia “Baserri”, la familia “Pilota”… -mostró el
donostiarra el contenido de la bolsa-.
-
¡Qué folclóricos son estos hermanos de Iparralde!
-se rió el
periodista-. Ahí faltan las familias de la mafia vasco-navarra…
- Se
dice tejido social -cortó el músico-, no hace falta usar siempre
expresiones peyorativas.
-
Habría que poner la familia “Batzoki” que se creen los dueños
del país, la familia “Opusdei” que tienen dinero, Iruña y la
carretera general a Madrid, la familia socialista “Herrikoetxea”
a los que más vales comprar un traje que invitarles a comer
-proseguía lanzado el bilbaino-, la familia “Independentzia”
dando miedo aun en su camino hacia el paraíso neardenthal…
- La
familia “Zementu” repartiéndose las obras públicas -añadió Galtzagorri sumándose a la idea-, la familia “Iritzia” de los medios
de difusión de lo que se les manda…
- Y
la familia “Hitzkuntza” de los que viven de la lengua –
completó Amezketagoitia con cierta sorna-, que parece que nunca
acabarán de mamar.
-
¿No tenías un contacto con Heraclio Fournier?
En
ese momento llegó una cuarentaañera guapa y alta, le sacaba una
cabeza a Galtzagorri que no es pequeño, con unas cuantas bolsas de
productos varios al caro pimentón vasco e inquirió:
-
¿Qué estás haciendo con éstos que se os oye reíros desde un
kilómetro de distancia?
-
Mariconeando un poco con las paranoias del país.
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