Hay una clara diferencia en la forma en que los delitos de cuello blanco (Corrupción, alzamientos de bienes, estafas, delitos fiscales…) y los delitos violentos (Atracos, homicidios, violaciones...) son tratados por nuestra sociedad y por nuestro sistema de justicia penal.
La disparidad en las sentencias , según sean los tipos de delitos, afecta a la reincidencia y a la disuasión para cometer delitos. Mi experiencia como abogado me ha convencido de que los delincuentes de cuello blanco reciben condenas significativamente más cortas y menos severas por sus delitos que las que reciben los delincuentes que son autores de otros delitos que son percibidos como generadores de mayor alarma social. Es posible que el público no esté bien informado y que no perciba el enorme daño que también producen los delitos “finos” al conjunto de la sociedad y los costes que tienen. La percepción pública puede estar perpetuando el problema, contribuyendo a la relajada respuesta judicial al delito de cuello blanco. La reincidencia, también en España con toda seguridad, es alta en delincuentes de cuello blanco quizá por la indulgencia en la sentencia y la facilidad que da la mayor cultura de este tipo de delincuentes para acogerse a los beneficios penitenciarios, así que el castigo de los delincuentes de cuello blanco suele ser incierto ya que parece que solo se coge a “los tontos” o a los que se pasan, los procesos suelen ser lentos, muchas veces por la propia sofisticación de los delitos, así que es difícil que las sentencias, cuando llegan, tengan efecto de disuasión y que exista lógicamente una mayor reincidencia en este tipo de delitos.
* White Collar Crime: Recidivism, Deterrence, and Social Impact, MedCrave Volume 2 Issue 1- 2016, Katie A. Fredericks y otros, Department of Sociology & Criminal Justice, Gonzaga University, USA
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