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jueves, 20 de febrero de 2014

HITOS DE LA BIOGRAFIA DE UN DELINCUENTE III

La Calavera del Diablo
La Calavera del Diablo (Photo credit: Wikipedia)
Onintza estaba empezando la primera clase de la mañana con el grupo de “Lehen hezkuntza”, apenas había pedido a una de las niñas que escribiera la fecha en la pizarra, cuando entró el conserje y le dijo en euskara al oído:
-Es algo de tu marido, una llamada urgente, que están en una cabina y se les va a cortar.
Salieron los dos corriendo hacia el teléfono de la entrada que estaba descolgado. A Onintza se le hicieron eternos los apenas 20 metros que recorrió con el corazón en la boca. Nada más coger el aparato la voz masculina le habló en castellano, más paladeando que vocalizando las palabras:
-Onintza, hemos mandado a tu marido a urgencias. Esta vez no se va a morir. Pero si no paga lo que nos debe…
Y colgó. Onintza no supo qué hacer unos minutos. El conserje le miraba y le pasó un pañuelo de papel. Se dio cuenta de que estaba llorando. Le dijo también en castellano lo que le habían dicho y se fue a por el bolso en la clase, mientras el conserje llamaba. Sacó el móvil y llamó a su marido pero éste no respondía. Los niños estaban en silencio. Una compañera entró y le hizo salir al pasillo, le quitó las llaves del coche y le dijo que le subía a la Residencia. Llegando a la Residencia, entre llamada y llamada sin respuesta, el conserje le pudo decir que su marido estaba herido en la cabeza con una barra de hierro y que debía ser leve.
Su marido estuvo semanas sin salir de casa, la herida física sólo requirió unos puntos, las otras heridas se le han quedado abiertas pero no pagaron. Hablaron mucho y decidieron que no iban a pagar, pasase lo que pasase. Un individuo se había inventado una factura por unas obras que nunca había hecho y unos meses antes se había presentado en su oficina pretendiendo cobrarla. Al principio lo tomó por un loco, luego volvió repetidas veces, daba gritos y pegaba portazos. Lo echó cada vez. Una mañana al llegar al trabajo, de la obscuridad del portal, salieron dos sujetos cubiertos con pasamontañas, uno le agarró por la espalda y el otro le golpeó en la cabeza, cayendo conmocionado en un charco de sangre.

Durante meses su vida fue un purgatorio, llamadas amenazantes, incluso a un número de teléfono “seguro” e “ilocalizable” que les tramitó la policía, pintadas en el portal y pasquines  con su foto y con frases “Estafador, txorizo, lapurra” “Paga lo que debes” que algún vecino recogía y se las metía en el buzón. Pero no pagaron, aguantaron. Ahora, años después, Onintza cada vez que alguien le interrumpe la clase  se sobresalta, se seguirá sobresaltando mucho tiempo.

Cuarto hito en la biografía de un delincuente
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