English: The grave of La Fontaine and Moliére in the Père Lachaise Cemetery. Magyar: La Fontaine francia költő és a drámaíró Moliére sírja a párizsi Père-Lachaise temetőben. (Photo credit: Wikipedia) |
Harpagón
el avaro, mejor dicho el actor que lo interpretaba en el minúsculo
teatro, acababa su monólogo mientras el telón que ponía fin al
cuarto acto de la comedia le caía encima. Con cierta agilidad para
su edad, sin embargo conseguía esquivarlo y quedar detrás mientras
los aplausos de cortesía sonaban. Aun quedaba un quinto acto y el
breve descanso anunciado fue aprovechado por los adictos para correr
a mojarse en la fría noche, un cigarrillo intensamente succionado en
la boca incluso antes de ser encendido.
-
Es lo que tienen los clásicos: lo que han dejado dicho está siempre
de plena actualidad -Me comenta la periodista jubilada con la que
estoy viendo la función mientras taconea para conservar la
circulación-. El maldito avaro acabará recuperando su dinero que es
lo que ama por encima de todas las personas y la justicia solo es un
medio al que hay que pagar para que la avaricia, en vez de ser
castigada, sea recompensada. Todo como lo que pasa hoy en día en
cualquier país de Europa.
-
Pero en las obras Moliere eran sobre todo los médicos los que se
enriquecían con sus estafas a los burgueses -le contesto, el
moquillo me empieza a cambiar la voz, empujándola hacia dentro-, por
eso los médicos le debieron matar. Ahora son los laboratorios
farmacéuticos los que se enriquecen sin escrúpulos y los avaros son
bancos que se cotizan en bolsa pero más malvados que el de la obra.
-
No sigas -me corta al llegar a nuestras plazas-, que los jueces
siguen castigando a los que denunciamos públicamente a los poderosos
y pedir su lógico castigo es enaltecimiento del terrorismo y ya
sabes a lo que lleva. Tengo que averiguar dónde está la tumba de
Moliere y llevar unas flores robadas en algún jardín privado.
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