LA GRAN CORRIDA DE
TOROS
Viendo las
reacciones taurinas contra los tuits de algunos sobre la muerte de un
matador y rematador de toros, estaba recordando un relato de D.
Ricardo Baroja -el interesante hermano rojo de Pío Baroja-, pero no
lo encuentro entre mis libros. Pero en Internet he encontrado una
publicación: LA OBRA LITERARIA DE RICARDO BAROJA TESIS DOCTORAL de
Dª Silvia Aguiar Baixault 1998. En esta tesis se habla de “La gran
corrida de toros” y de ella recojo lo que nos interesa:
“A través del
relato y descripción de la organización y transcurso de una
grandiosa y excepcional corrida de toros en Madrid, se hace una
crítica, no sólo de la tauromaquia, sino también de todo lo que
representa, por llevar aparejados, o no aparejados más que en la
arbitrariedad del autor, toda una serie de defectos de la vida
española...”
“Pero la clave del
relato es otra : se había anunciado que al final del tercer toro
habría algo que transformaría radicalmente la vida española:
aparece una comitiva fúnebre con una plataforma giratoria y seis
ametralladoras con seis cañones cada una. La guían rusos, que,
después de matar a todos, se suicidan. El final es palmario: ya no
hubo más corridas de toros. El sentido que pueda tener esta matanza
se nos escapa, aún desde las perspectivas más antitaurinas y
anticasticistas del momento; y más aún al ser rusos los que la
ejecutan, sobre todo porque las ideas políticas de Ricardo Baroja no
están aún exacerbadas por los acontecimientos. Destaca la
descripción de la muerte, que sigue al tercer toro, apenas unos
minutos después de la extraña aparición en el medo: -"En el enorme
anillo de la plaza reinaba la quietud y el augusto misterio de la
muerte; pero los sesenta cañones seguían disparando hasta que las
municiones se consumieron. El sol iluminaba la atroz carnicería;
un vaho espeso de sangre y entrañas desganadas subía hasta la
bandera española que flameaba airosa al viento de la tarde"-. Varios
detalles se habían convertido en presagio de la muerte: -"El inmenso
anillo negro y monótono rodeaba el redondel de arena. No había un
sitio vacío: miles y miles de americanas negras, miles y miles de
sombreros oscuros sobre las cabezas. La prohibición de que
asistieran mujeres quitaba el colorido que los trajes, mantillas y
abanicos dan ordinariamente a la fiesta. Una enorme melancolía
flotaba sobre el círculo silencioso, que contrastaba con el bullicio
de la multitud apiñada al exterior. Dos, tres frases de un chusco no
consiguieron romper la expectación silenciosa de los trece mil
espectadores"-. De los agresores no conocemos más que la lengua en que
se comunican y su aspecto: -"Eran personajes extraños aquellos
desgarbados tipos, vestidos con largos levitones, cubiertos con
sombreros de copa. Los dos primeros, sostenían las bridas en sus
manos enguantadas. Sus caras pálidas, que ribeteaban barbuchas
pajizas, tenían algo de asiático y pómulos salientes, levemente
teñidos con la roseta de los tuberculosos; ojos oblicuos, cubiertos
con gafas; a juzgar por su semejanza, eran hermanos gemelos. Los dos
siguientes parecían judíos, con sus narices largas y caídas, su
perilla puntiaguda y su tez amarillenta, y los dos últimos,
corpulentos, atezados, barbudos, llevaban encasquetados sus sombreros
de alas curvas sobre la melena cortada sobre las orejas-".”
Creo que esta pieza
literaria, hasta que se llega a ese final magnífico, merece ser más conocida, el libro tiene
una descripción exacta de los personajes del negocio de los toros
que hoy en día siguen ahí, haciendo y diciendo las mismas
gilipolleces que hace 100 años.
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