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viernes, 1 de julio de 2016

EL ATASCO DE LA FRONTERA


La Eurociudad Baiona-Donostia tiene una arteria principal Norte-Sur de pago la Autopista A63 que se cambia a A8 en la frontera.  Y además la Eurociudad cuenta con varios vasos comunicantes de carreteras y otros caminos asfaltados… no existe comunicación ferroviaria completa dentro de este conjunto urbano, los trenes franceses de cercanías se paran en la frontera  mientras que de los españoles solo el Topo la atraviesa hasta Hendaia.
En verano sobre todo, comienzos y finales de vacaciones, en tiempos de tráfico intenso de mercancías por transportes en carretera y otros eventos frecuentes, acumulados al estado permanente de obras en ambas autopistas y a los controles de aduaneros y múltiples fuerzas policiales,  todo el sistema circulatorio se colapsaba hasta agotar la paciencia de los ciudadanos de la Eurociudad y de las visitas atraídas por los puntos de interés con que ésta cuenta.
A ello se ha añadido este último año la política de gestos disuasorios que, con la mentalidad represiva de los políticos “neoliberales”,  les ha llevado a instalar una barrera de controles aparentemente descontrolados  en los pasos fronterizos ralentizando el tránsito, ya de por sí sincopado.
Hay dos tipos de personas los que solucionan los problemas y los que los crean, se suele decir. El atasco fronterizo es artificial y creado por el cúmulo de malas decisiones humanas que se han ido tomando, es un ejemplo del comportamiento social actual y requiere decisiones del estilo de Alejandro el Grande frente al Nudo Gordiano pero no se van a tomar, nadie va a levantar los controles con presencia de funcionarios y sustituirlos por los sistemas electrónicos de vigilancia, establecer pasos separados para los camiones y para los coches, coordinar el tráfico ferroviario y facilitarlo con billetes únicos entre las distintas compañías y dar la esperanza a la ciudadanía de que se va a constituir un verdadero sistema que facilite la circulación en red etc.

Las masas no nos vamos a rebelar contra este absurdo atasco, el aparato represor nos da el miedo suficiente para burlarlo solo un poco pero no para enfrentarnos a él. Así que rellenar los depósitos de combustible y tasas con vuestros euros, dejar el coche en los parkings de pago de las estaciones de tren, paciencia y tiempo si tenemos o queremos seguir moviéndonos por esta Eurociudad.

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