La Eurociudad Baiona-Donostia tiene una arteria principal Norte-Sur
de pago la Autopista A63 que se cambia a A8 en la frontera. Y además la Eurociudad cuenta con varios
vasos comunicantes de carreteras y otros caminos asfaltados… no existe
comunicación ferroviaria completa dentro de este conjunto urbano, los trenes
franceses de cercanías se paran en la frontera mientras que de los españoles solo el Topo la
atraviesa hasta Hendaia.
En verano sobre todo, comienzos y finales de vacaciones, en
tiempos de tráfico intenso de mercancías por transportes en carretera y otros
eventos frecuentes, acumulados al estado permanente de obras en ambas
autopistas y a los controles de aduaneros y múltiples fuerzas policiales, todo el sistema circulatorio se colapsaba
hasta agotar la paciencia de los ciudadanos de la Eurociudad y de las visitas
atraídas por los puntos de interés con que ésta cuenta.
A ello se ha añadido este último año la política de gestos
disuasorios que, con la mentalidad represiva de los políticos “neoliberales”, les ha llevado a instalar una barrera de
controles aparentemente descontrolados en
los pasos fronterizos ralentizando el tránsito, ya de por sí sincopado.
Hay dos tipos de personas los que solucionan los problemas y
los que los crean, se suele decir. El atasco fronterizo es artificial y creado
por el cúmulo de malas decisiones humanas que se han ido tomando, es un ejemplo
del comportamiento social actual y requiere decisiones del estilo de Alejandro
el Grande frente al Nudo Gordiano pero no se van a tomar, nadie va a levantar
los controles con presencia de funcionarios y sustituirlos por los sistemas electrónicos
de vigilancia, establecer pasos separados para los camiones y para los coches,
coordinar el tráfico ferroviario y facilitarlo con billetes únicos entre las
distintas compañías y dar la esperanza a la ciudadanía de que se va a
constituir un verdadero sistema que facilite la circulación en red etc.
Las masas no nos vamos a rebelar contra este absurdo atasco,
el aparato represor nos da el miedo suficiente para burlarlo solo un poco pero
no para enfrentarnos a él. Así que rellenar los depósitos de combustible y
tasas con vuestros euros, dejar el coche en los parkings de pago de las
estaciones de tren, paciencia y tiempo si tenemos o queremos seguir moviéndonos
por esta Eurociudad.
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