Jaca as viewed from the Rapitan fort. (Photo credit: Wikipedia) |
Hace unos años en un pueblo aragonés había un pequeño
empresario que, agobiado por sus deudas, no pudiendo afrontar los vencimientos
de los créditos bancarios y habiendo echado al fuego de su negocio todo su
patrimonio, acudió al Juzgado y se acogió a la ley concursal entonces vigente.
Sus acreedores vecinos se reunieron en el casino al conocer la noticia, tan
empresarios como él, e indignados por el incumplimiento anunciado, acudieron en
turbamulta a su domicilio y bajo el lema de “Nos pagarás a hostias” obligaron
al paisano a levantar la solicitud al Juzgado, previamente hubo alguna torta
pero la sangre no llegó a la acera. La historia inevitablemente acabó en que el
único que cobró algo fue una entidad bancaria y que aquel industrial
desapareció del pueblo con su familia, todos en la más absoluta pobreza,
muriendo de un cáncer poco después.
Me acuerdo de esta historia todas estas mañanas griegas. La
inteligencia colectiva del funcionariado plutócrata europeo no supera la de
aquellos patrones matones de mi pueblo de pasadas vacaciones. No piensan que una cancelación de deuda, que
una joint venture estructurada con Grecia para generar empleos industriales,
hosteleros y agrícolas pueden mantener vivos a unos vecinos y causar un efecto
positivo en sus propias casas al obtener unos rendimientos razonables a sus
aportaciones a la vez que se construye una casa común para todos los europeos. Cuando
no se puede pagar, ni a hostias se puede pagar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario