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miércoles, 3 de abril de 2019

ACOSO EN LOS MEDIOS

Voy a escribir de un tema delicado: tengo un amigo acusado de malos tratos a la mujer que fue su pareja, no solo acusado, sino condenado en primera instancia por infringir orden de alejamiento y quiero opinar sobre el trato que está recibiendo su caso en el periódico local más difundido y en la emisora local con más oyentes.
Lo dejo claro desde el principio, no me creo las acusaciones.
A ella la conozco de una vez en que dos parejas tomamos el aperitivo juntos y brevemente, mientras mi amigo hablaba con mi mujer, yo hablaba con ella.
A él no sé desde cuándo lo conozco pero le aprecio desde hace más de 30 años y le he ido apreciando más con el trato, con todos sus defectos, que los tiene, y con todas sus virtudes, que las tiene.
Creo que nadie sabe lo que pasó en esa relación sentimental, posiblemente ni los protagonistas, pero el caso ella lo llevó a los tribunales e inmediatamente se inició su difusión en las redes sociales y, sin solución de continuidad, saltó a los dos medios locales de difusión de noticias que he mencionado.
El trato que se le ha dado a las sucesivas noticias difundidas por ambos medios es parcial a favor de la versión de la acusación desde el primer momento en el fondo, con breves menciones rutinarias a que el acusado niega los hechos, pero la forma es especialmente llamativa, tanto por la extensión dada a tales noticias como por hacer noticia lo que no es noticia o la colocación de la misma en las páginas de prensa o en los breves noticieros hablados de la emisora de radio, se hace inevitable que todo el mundo conozca que un prestigioso abogado penalista está siendo juzgado y condenado por malos tratos a una mujer con la que tuvo una relación sentimental. En nuestra sociedad es una condena al ostracismo, a la depresión, a la pérdida de ingresos, a la vergüenza… una condena firme y ejecutada por esos medios, con independencia de la suerte que pueda correr el acusado en las procelosas aguas de la “justicia”.
Y seriamente, ignoro si esa difusión intencionada y con el propósito manifiesto de hacer el mayor daño posible a esa persona en la sociedad local, también tiene el propósito de inclinar la balanza de la “justicia” definitivamente en su contra.
Aceptando la hipótesis, dando credibilidad a la víctima, de que en la relación hubo situaciones en que el acusado le injurió y que, tras la ruptura, intentos repetidos de reanudar la fracasada relación por parte del mismo, corresponde a los tribunales valorar si los hechos que se declaren probados al final constituyen o no delito pero, en nuestra sociedad, la publicidad dada a la versión de la acusación solo lleva a quien la recibe, por esa forma buscada con profesionalidad periodística, a tener por ciertos los delitos.
No voy a mencionar que este trato es único en la historia reciente donostiarra, el caso del pornógrafo de las élites locales es notorio que ha tenido otro trato bien diferente, porque quien lea esto lo tendrá “in mente”, solo me hago las mismas preguntas sobre el caso de mi amigo que me hice en su momento sobre el otro asunto, las mismas que me hago cuando se filtra o se tapa una noticia  ¿Por qué? ¿Para qué?
   

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